martes, 24 de marzo de 2020

DE LA NATURALEZA HUMANIZADA A LA HUMANIDAD DESNATURALIZADA


                       
         Todos conocemos como las transformaciones ambientales y sociales derivadas del desarrollo tecnológico fueron borrando las culturas de los pueblos llevándonos a una sociedad uniforme y diferenciada cada vez más en el salto generacional que, de alguna manera, ha creado una brecha con nuestros orígenes hasta tal punto que dejamos de entender que estamos hechos a la medida de este planeta. Esto no ha sido algo progresivo y es antinatural ya que, tanto en la urbe o en la jungla, ahora y en la edad de piedra, somos el humano de siempre, igual de inteligentes y sensibles (o tal vez superiores, más despiertos, mejores observadores de la naturaleza). Sin embargo parece que de aquellos salvajes nos separa un abismo formado por soberbia tecnológica y prejuicios sociales. La profundidad de este cambio ha afectado a nuestra forma del ver el mundo y relacionarnos, según los que nos precedieron sería una ruptura con el entendido "orden natural", dado que nuestro mundo material e imaginario ha dejado de ser predecible pues es modificado aceleradamente. Ya sea en la visión materialista de la religión (la naturaleza o creación)  o la de la ciencias naturales (evolución); incluso en la vertiente espiritual, puesto que la religiosidad nunca estuvo tan lejos de la espiritualidad y del humanismo debido a las contradicciones creadas por la moderna sociedad.  

         Esta situación ha dado paso a una incertidumbre del destino humano, dada la evidente incapacidad de dirigir nuestro rumbo a un buen fin común, aunque no queremos admitirlo como el  arrogante beodo que insiste en coger el coche diciendo: ¡Yo controlo!   No es tanto que tengamos dificultad para dirigir nuestro futuro común, más bien es que somos arrastrados por el propio desorden colateral  que generamos.
            Es obvio ver el desarrollismo como una monstruosidad que crece acelerada y desordenadamente, sin que podamos evitar sus nefastas consecuencias.  Según parece asimilamos que es inevitable, tal como se interpreta nuestro futuro por los grandes divulgadores de la ciencia, tanto que no hay remordimiento, no puede haber marcha atrás, admitimos así que sea un  planteamiento de progreso el escapar algún día de nuestro planeta, ya convertido en inmundicia. ¿Puede haber más distanciamiento y falta de empatía con  aquellos pueblos que, por ejemplo,  vieron "el fin del mundo", por algo tan banal como un permiso para transformar el bosque en pastos o plantaciones de palma de aceite?
           No podemos negar el éxito de la historia humana en su lucha por la supervivencia, que justifica la modificación de nuestro medio natural  del que seguimos siendo totalmente dependientes. Dominar la naturaleza para evitar el hambre, la sed, el frio o el calor; paradójicamente, nos ha llevado a sentirnos aún más vulnerables a los peligros del entorno, como el clima o los desastres naturales.  Deberíamos preguntarnos si este miedo deriva realmente de nuestra dependencia ambiental, o es porque esta dependencia está al albur de los poderes que modulan esta sociedad.
            Las probabilidades de que la contaminación nos haga daño o que la muerte nos llegue por un accidente de tráfico son más probables que nos fulmine un rayo o caiga el temido meteorito; de hecho hemos sobrevivido a muchos desastres naturales, pero dudamos de si podremos salvar el planeta. ¿El Planeta? Es un eufemismo. Es el miedo a que "nuestra creación" de la que ahora somos totalmente dependientes,  se tambalee y colapse produciéndonos sufrimiento.

            El éxito del hombre cazador y recolector dependía solo de su habilidad y causas naturales, generalmente predecibles. Ahora tenemos más incertidumbre, nuestro futuro  depende mucho de los intereses económicos globales, y también de líderes populistas que arrastran al pueblo como un rebaño al enfrenamiento unos con otros. Gracias a la tecnología dominamos los peligros naturales cotidianos mientras que la sociedad con este poder crea armas de destrucción masivas; muchas de la cuales no se usan en la guerra, simplemente están en la industria, en el agua, en el aire o en las estanterías del súper. Tampoco todo lo que potencia la tecnología es material, también la información para predecir los eventos de la naturaleza, gran parte de esta incertidumbre ha desaparecido; mientras que vivimos desnortados por el exceso de información, llena de banalidades y noticias contradictorias.

            Si la ciencia materialista parece habernos llevado a esta situación parece lógico que vengan las ciencias sociales a poner sentido y orden. Partiendo de filosofías que atacan la razón y el método de la ciencia aparece el discurso postmoderno nacido del desencanto de las humanidades ante el desarrollo científico-tecnológico y la propia incapacidad del avance social ya que el medio ambiente, la desigualdad o las guerras no han sido solucionados. Lo cual es cierto, pero ¿acaso no deberíamos  plantearnos en primer lugar que la ciencia es independiente de ideología alguna? (1) (desinterés y universalismo del científico, como decía Robert Morton en su ethos)(2) y por tanto no ha tenido responsabilidad ni la va a tener en el desarrollo social. Igualmente,  me parece que la tecnología solamente responde a la demanda social.

            Más aún, ¿es realmente la corriente postmoderna la que va a solucionar los problemas de la humanidad? Fíjense que comenzó en Europa originalmente y que actualmente se desarrolla en EEUU (entiéndase, lo políticamente correcto)  por tanto es el fruto de lo más acomodado y protegido del mundo, muy alejado de las miserias de la mayor parte de la humanidad. No puedo por más no mencionar una muestra cercana, una niña que, como la visionaria  Juana de Arco (el paralelismo me parece inevitable) se pone al frente de la lucha contra el cambio climático ¿Qué racionalidad es esta de imbuir de autoridad a una niña cabreada en lugar de a un científico prestigioso en el tema? ¿Y cuál es el tema? ¿Forma parte de las ciencias de la naturaleza, la sociología o la política? Esto es el postmodernismo, la evidencia de la debilidad de los cimientos de  nuestros principales valores occidentales que han sido no poder evitar las grandes guerras y los regímenes autoritarios como  el fascismo, el nacismo o el estalinismo. ¿Esto responde al desarrollo tecnológico y científico? ¿Al orden impuesto por la ciencia? Contrariamente, responde a la política de las ideologías que comulgan con las ciencias irracionales, subjetivas y relativista. Así (centrándonos un poco en el sentido de esta entrada) es un discurso la filosofía que ataca al “orden natural” del método científico y sin pretenderlo nos lleva a su peligroso antagonismo: el caos intelectual.
            En este sentido el constructivismo social es una perspectiva que desde la filosofía (constructivismo epistemológico) y la sociología, pretende establecer una realidad subjetiva y supuestamente consensuada  en la naturaleza física, esto es algo que ha sido ignorado por la generalidad de los científicos experimentales, físicos(3) o biólogos(4), incluso cuando entraban impunemente en sus campos desde una supuesta superioridad ética o intelectual.

            Podrán encontrar información al respecto en internet y ver hasta dónde llega en el ámbito universitario de los EEUU este discurso pseudocientífico, como lo llama el recientemente fallecido científico y filósofo Mario Bunge.

            Yo solo les muestro algunas informaciones que están a su acceso. Por ejemplo,  Paul Boghossian, catedrático de filosofía en la Universidad de Nueva York, a contracorriente con lo políticamente correcto hace una crítica  a este discurso postmoderno  en El miedo al conocimiento: Contra el relativismo y el constructivismo. En donde Boghossian se sorprende como ha sido posible que un discurso tan “contraintuitivo” y alejado de la realidad haya podido tener éxito hasta convertirse en el paradigma dominante entre las ciencias sociales. Lo objetivo y estructural sucumbe ante lo subjetivo e interpretativo.
            Partiendo del postulado del ambiente social en el que se desarrolla este discurso parece lógico plantear como una posible explicación  de esta deformación de la visión de la naturaleza, el alejamiento humano de la vida natural en un entorno modelado por los propios seres humanos, un mundo no natural, modelado y modelable concebido como el real.  Esta es mi hipótesis, que ya adelanté  en parte en mi entrada “Conociendo el mundo” o incluso en la otra “Paisajismo o matar a la naturaleza” en las que también intento hacer un acercamiento hacía este modelo constructivista pero en el ámbito pedagógico, en donde sí me parece de interés esta perspectiva. Tampoco Boghossian niega como el constructivismo ha ayudado a desmontar ideologías y prácticas sociales dadas por naturales, cuando eran sin duda una construcción social.

            En todo caso, la filtración del constructivismo en la política es algo que peligrosamente vemos normal; como la incapacidad de encontrar puntos en común y la tendencia al dogmatismo.

            Algunos filósofos de la ciencia no logran comprender como es posible que el relativismo y el constructivismo tengan ahora tanta importancia académica y social. Es más incomprensible desde una visión histórica, ya que aunque es sano que frente a la razón y el empirismo materialista haya una contraposición, no que ésta pase a tener la autoridad entre las ciencias sociales. Dado que es innegable el éxito histórico de las ciencias empíricas, su capacidad para progresar basándose en postulados de objetividad y universalidad; al contrario, me resulta contradictoria la actual propuesta sociológica ya que claramente conduce a un camino sin salida, que puede poner en peligro incluso los avances sociales que para nada son universales, solamente nos lo parecen;  por favor, no lo olvidemos,  solo tenemos que dar un pequeño salto a Marruecos, por ejemplo.
Me parece que es preferible afianzar nuestro mundo occidental con sus privilegios y defectos a jugárnoslo a una utopía que nos conduzca a perderlo todo ¿acaso no se dan cuenta que nuestro régimen de libertades es excepcional en el mundo actual? Lógicamente, el riesgo no es asumible.

La subjetividad es necesaria intelectualmente, pero siempre que no se imponga desde el poder. Las nuevas generaciones no han vivido –y creen estar libres del riesgo- de repetir los acontecimientos más dramáticos de la historia europea del siglo XX, pero esta es  la prueba empírica del desastre en la parte más culta, de mayores libertades y bienestar del mundo, cuando se usa una sociología basada en el subjetivismo que conduce a enfrentamientos ideológicos en los que a veces ganan no los tienen razón, solo los más intolerantes(5).
           
            Si esto no fuese suficiente, está la evidencia de la debilidad de Europa y su influencia en el contexto global. Cuando sería más importante el mantenernos unidos en nuestros valores, surgen ataques desde el flanco izquierdo y derecho.
Mientras nos auto atacábamos  y se agrandaba el poder global de la emergente China como la alternativa autoritaria a nuestra democracia de derechos y libertades individuales, apareció la pandemia del coronavirus COVID-19 que pone blanco sobre negro cuál debe ser la correcta opinión; ¿La ideología interesada o  la ciencia médica? No voy a entrar en ello, todo el mundo ha visto lo que ha pasado en los últimos meses.

           
En este contexto quiero recordar la figura del médico austriaco Ignaz Semmelweis que luchó para que sus colegas se lavaran las manos, por entonces, cuando en los mejores hospitales igual realizaban una autopsia como asistían a una parturienta. No creyeron en sus gérmenes,  pues eran invisibles,  pero él lo demostraba con los datos. Muchas de aquellas mujeres que parían en el Hospital contraían infecciones (la fiebre puerperal) que les llevaban a la muerte ¡dentro del templo de la medicina! Mientras que las que parían en sus casas o en el campo apenas si tenían mortalidad. La defensa vehemente de este gran médico – el llamaba con razón asesinos a sus colegas-  le valió muy duros ataques hasta el punto que cruelmente lo llamaron loco por creer en gérmenes que no se podían ver y finalmente consiguieron recluirlo en un psiquiátrico en donde murió humillado y abandonado.

            Y, aunque no es comparable,  recuerdo a José Antonio Nieto González, médico jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Dirección General de Policía. Que tomó  medidas tempranas de protección a los agentes que trabajan en aduana ante personas llegadas de China, dándoles EPIs básicos (mascarillas y guantes), cuando el Gobierno quitaba todo tipo de importancia al asunto del coronavirus (“algún caso”, Fernando Simón dixit).  En  lugar de felicitarlo fue fulminantemente despedido.



La visión de estos movimientos políticos son miopes en el contexto global, y suelen despreciar la economía. Una lectura del impacto económico posterior de la pandemia para el futuro dicen que será parecido a una guerra. ¿Quién traerá el Plan Marshal? ¿EEUU o China?  Recuerdo que el poder económico de los EEUU se basa en su moneda que sin respaldo objetivo (material) se mantiene permitiendo incrementar la deuda americana, ¿y si el globo se desinflara como ocurrió con la pasada crisis financiera y la burbuja inmobiliaria? Europa puede quedar a saldo ( Europa, América, África…). Veremos movimientos en breve, llegarán a los medios en cuando acabe la pandemia.

Volviendo al distanciamiento entre la forma de concebir nuestro mundo actual y el antiguo. Hubo un tiempo no muy lejano en el que los científicos podían entenderse entre sí,  no como ahora en que se fraccionan los campos del conocimiento y los puntos de vista. Esta es causa igualmente de prejuicios.  Ahora el sabio no sabe de todo, vive enterrado como un topo en determinadas partes del conocimiento, en donde construyen una zona de confort para sus colegas, excluyente para el resto a base de una jerga. En realidad esta parcelación del saber y la falta de entendimiento entre las humanidades y las ciencias de la naturaleza es algo muy moderno.
Una de las ciencias transversales o más bien integradora, es la Ecología. Ha acabado igualmente siendo víctima de la misma simplificación, contradiciendo el principio ecológico.  Trabajos como los de Ramón Margalef que no pierden en ningún momento la visión global de la biosfera  introduciendo la teoría de la información, no ha podido tener continuidad en pos de estudios más "concretos". Los currículos de los nuevos ecólogos  se llenan de publicaciones del tipo "número de", "tamaño de", "incremento de"; "descriptivos de", en definitiva. Frívolamente hablando, el trabajo del científico ahora es un trabajo más de técnico y  antes era más de filósofo.
            Se puede mantener el rigor de la ciencia usando el método empírico, el escepticismo, sin menoscabar la sensibilidad y la imaginación. Por no hablar de fundamentar todo conocimiento en los principios del bien común.  Decía el gran químico francés Pierre Eugèn Marcellin Berthelot que :<<La ciencia es la verdadera escuela moral; ella enseña al hombre el amor y el respeto a la verdad, sin el cual toda esperanza es quimérica.>>
Hoy suena ingenuo ¿verdad?

Notas;
1.-   La ciencia la hacen las personas, por lo que es inevitable que en muchos casos se  haga un uso interesado de la práctica científica.  Aunque en el caso de las sociología  y la  visión constructivista subjetiva y relativista se ha posicionado claramente en el activismo social. Como la  lucha  contra el hetero-patriarcado como raíz de todo mal, que cree poder acabar con los géneros por el mero hecho de no ofender a los colectivos LGTBI. Es decir el género no existe, es un constructo social. Estas ideas han sido marginales socialmente hasta que han llegado a la política.
            En el caso español el desembarco en la política con opciones de gobierno es reciente primero como “políticamente correcto” y en el caso de la izquierda parece haber mutado de la defensa de los trabajadores en defensa de todos los colectivos agraviados minoritarios salvo el de las mujeres que es mayoritario: LGTBI, minorías étnicas, discapacitados, etc. Sorprendentemente vienen a defender de derechos que han formado parte de los principios comunes de las ideologías que ha detentado el poder en el poder en la Europa comunitaria como la social democracia,  los liberales y la democracia cristiana. Por tanto ha habido bastante consenso en la lucha contra estos agravios. Un diálogo intencionadamente roto por el nuevo discurso por considerar la  postura tolerante tradicional ofensiva, que da pie al autoritarismo en las formas y a sea  por la norma administrativa o simplemente violentando en las redes, medios de comunicación y otras formas más burdas de ataque como escraches que peligrosamente minan el principio democrático de la libertad de expresión e incapacita el dialogo social pues empieza y acaba en el "estás conmigo o contra mí". De tal forma que todo el que no comulgue con ellos es además  llamado facha, lo que curiosamente es una postura muy cercana al fascismo. 

2.- Merton, Robert K (1938): “Science and the Social Order” Philosophy of Science 5 (3): 321-337. [Traducción al español como “La ciencia y el orden social” en el volumen II de “La Sociología de la Ciencia” Alianza Editorial 1977, traducción de The Sociology of Science – Theoretical and Empirical Investigations, 1973].

3.- Alan David Sokal que se define a sí mismo como una persona con ideas políticas de izquierda, siendo profesor de física en la Universidad de Nueva York ,  adquirió gran notoriedad internacional por lo que se denominó el asunto Sokal en 1996 cuando, para comprobar si la publicación postmoderna Social Text publicaría cualquier contribución que «adulara las preconcepciones ideológicas de los redactores», Sokal sometió para la publicación un artículo absurdo titulado «Transgressing the boundaries: Toward a transformative hermeneutics of quantum gravity» («Transgredir los límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica»)
https://physics.nyu.edu/faculty/sokal/transgress_v2/transgress_v2_singlefile.html.
El texto fue publicado y Sokal entonces reveló el engaño en otra publicación (Lingua Franca), citando, entre otros, a Noam Chomsky para plantear que las ciencias sociales no siempre basan sus trabajos en la razón. Sokal sostuvo que la motivación de su broma fue «defender a los científicos y académicos de izquierda de un segmento de sí misma muy de moda».
Pastiche basados en citas matemáticas y físicas absurdas con la tesis que la gravedad era un constructo social y que existía porque actuábamos como si existiese. Por consiguiente, cambiando nuestra actitud hacía la gravedad ya no   existiría.
Sokal y Bricmont sostienen que determinados intelectuales "posmodernos", como Lacan, Kristeva, Baudrillard y Deleuze usan repetida y abusivamente conceptos provenientes de las ciencias físico-matemáticas totalmente fuera de contexto sin dar la menor justificación conceptual o empírica, o apabullando a sus lectores con palabras "sabias" sin preocuparse por su pertinencia o sentido, y negando la importancia de la verdad. Además, el ensayo incluye una dura crítica al relativismo epistémico, corriente académica posmoderna que considera que la verdad o falsedad de una afirmación depende de un individuo o de un grupo social y que considera a la ciencia "un relato más".

4.- En lo que ha sido mi profesión como ingeniero forestal puedo contar un caso menor pero significativo  de  aplicación del sesgo ideológico dentro de las ciencias naturales.
En el campo de la ecología vegetal y en la práctica de la restauración forestal ha sido practico trabajar con una herramienta llamada “fitosociología”, que como su nombre indica establece una serie de “relaciones  sociales” entre las plantas (asociaciones), un modelo vegetal muy del gusto de una postura ideológica  marxista   e incómoda para un liberal.  Cuando Rivas-Martinez redacta el primer mapa de series de vegetación (modelo dinámico de las asociaciones, fundamental para la restauración) cuida que no aparezcan los pinares por un prejuicio y no por una evidencia científica. Entonces había una corriente en contra de la actividad de los Ingenieros de montes del Franquismo con sus extensas repoblaciones con pinos, divulgándose que estos árboles eran introducidos. Esta idea manejada por parte de científicos muy respetables parecía contar con la verdad, tanto que en la redacción del primer Plan de Medio Ambiente de Andalucía,  se decía que, salvo algunos pinares de montaña, estos  eran introducidos. Años antes escribí un artículo (La interpretación de la Vegetación. Foresta, 20. 2002) en el que hacía la sencilla reflexión que  es completamente gratuito negar el carácter autóctono de un pino  por que no haya evidencias, pero bastará una evidencia palimnológica para que no haya duda de  que el árbol es autóctono. Creo que ya por entonces había pruebas de que el pino piñonero  era autóctono de Doñana tras encontrarse polen fósil en el Pinar de Las Marismillas. Poco después aparecerían numerosas pruebas de este pino en otros muchos lugares y  P. halepensis y P. nigra; por ejemplo, en la Cueva de Nerja, en donde incluso había restos de madera usadas por los cromagnones y piñones de P. pinea usados como alimento. Así funciona la ciencia con pruebas.

5.- En particular va calando desde el ámbito académico como corriente principal en una nueva izquierda que va perdiendo por el camino los principios marxistas para abrazar otros liberales, como dijo recientemente  una sociólogo marxista, se ha convertido en la bayeta atrapatodo” lo que no casa con la norma media, los ofendidos sociales  de todo tipo, incluso aquellos que no lo están pero deberían de estarlo. La suma de todas las minorías convertidas en una supuesta mayoría multicolor.

En el siguiente vídeo el profesor de psicología de  Harvard, Steven Pinker, sostiene que la corrección política en realidad genera los mismos puntos de vista extremistas que espera anular.

Una traducción -subtitulada- de parte del discurso la tienen en
https://www.youtube.com/watch?v=uIMFWH9KhFc&t=759s

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