miércoles, 27 de agosto de 2025

NEGACIONISMO ECOLÓGICO

 

LA CAUSA QUE ESTÁ DETRÁS DE LOS GRANDES INCENDIOS FORESTALES

Esta es la opinión de ingeniero forestal que ha trabajo durante tres décadas gestionando montes en la administración forestal andaluza y tiene experiencia en la extinción de incendios.

    Actualmente en España se produzcan los incendios más grandes de toda Europa. Siguiendo las estadísticas la virulencia y el tamaño de los incendios no ha dejado de crecer desde la década de los 70 del siglo pasado.



 Muchos, empezando por el Gobierno, quieren hacernos creer que la causa de los llamados incendios de 6ª generación (denominación, por otro lado, ridícula) es el cambio climático. Si esto fuese así, tendríamos un referente del nuevo clima, tal vez Marruecos que está más al sur, pero no es así.

 Si analizamos con cierta seriedad los cambios que se han producido en pongamos los últimos 50 años, en nuestros campos y montes, veremos una transformación total de los usos y ocupación del territorio, mientras que el clima  local ha variado  bastante poco. Por tanto, ante la constatación del abandono de prácticas tradicionales de recogida de leñas, del pastoreo, de los pequeñas explotaciones agro-silvo-pastorales tradicionales. En definitiva, de una modificación muy sustancial del ecosistema agrario y forestal, es estúpido no reconocer que esto no vaya a tener consecuencias. Esta es la verdadera realidad incomoda,  en donde se encuentra el verdadero negacionismo.

Siguiendo la perspectiva del movimiento ecologista, su conocimiento de los sistemas ecológicos es irreal, ya que pretenden excluir  a las gentes del campo. Demuestran su total ignorancia de los ecosistemas mediterráneos que se han formado con el ser humano dentro,  durante el Neolítico. Diría más, el nuevo modelo que pretenden crear, sin los usos tradicionales,  introduce por la puerta de atrás igualmente el factor antrópico pero ya no como parte integrante del sistema, es externo a él y en consecuencia produce un desorden de consecuencias caóticas e imprevisibles, impactando con la contaminación de las zonas industriales y urbanas, además del uso lúdico y recreativo.

 


  Hagamos un breve repaso de las causas objetivas de que se produzcan incendios más grandes:

 

Estado forestal

 

Ø  Superficie forestal(1): España cuenta con la mayor superficie forestal de la UE, después de Suecia, prácticamente la mitad de la superficie del país es forestal. Asimismo cuenta con la mayor superficie de monte público (un 30 % de la superficie forestal aproximadamente). También es de destacar que  la superficie forestal protegida es mayoritaria puesto que además de todas las figuras de protección europea,  estatal y autonómica,  añadimos  los montes públicos dada la alta protección que le otorga la legislación actual que los equipara con bienes de dominio público.

 

Ø  Baja explotación: Tenemos unos niveles de explotación muy bajos comparados con otros países como Francia, Alemania, Suecia o Finlandia que mantienen la mayor parte de sus masas forestales orientadas a la extracción de madera y biomasa combustible. La ordenada gestión del bosque con aprovechamientos, reduce significativamente el daño de los incendios, al disminuir la carga y la continuidad vertical y horizontal del combustible. La baja explotación de nuestros montes es en parte derivada de la protección del monte pero también de una escasa rentabilidad debido a las malas comunicaciones (distancias, orografía) y porque los productos se han depreciado mucho por la competencia exterior.

 Ni que decir tiene que un monte rentable y explotado  libra a la administración de tener que hacerse cargo de las labores preventivas.

Ejemplos de explotación sostenible tradicional en España  son raros, pero podemos señalar algunos montes comunales(2) o de mano común explotados por los vecinos desde hace siglos para la producción de madera en Castilla.  Este es un ejemplo de fijación de población en un territorio, conservación del patrimonio natural y sin duda de preservación del monte del fuego.

 

 Vegetación

Una de las características propias de la vegetación natural de nuestros montes es su adaptación a fuego, por eso se dice que es amiga del fuego: pirófita.  Los pinos mediterráneos (especialmente carrasco y negral) producen resinas muy inflamables. De la especial adaptación a fuegos repetidos (cada 20 años por ejemplo) da muestra el que mantienen dentro piñas secas de años anteriores un banco de semillas y estas piñas son especialmente inflamables como sabe todo el que dispone de ellas para encender la chimenea.

Otra adaptación al fuego es ser resiliente, por ejemplo el pino canario es el único que rebrota y no muere al quemarse. Mientras que las especies nobles que están con nosotros desde el terciario,  acumulan reservas en la base del tronco y tienen una gran capacidad para brotar de cepa después de quemada la parte aérea. Ejemplos son madroño, mirto, lentisco, acebuche y por supuesto las quercineas como encina, alcornoque, quejigos y roble mejolo. En el caso del alcornoque, su corcho es una clara adaptación al fuego.

 Algunas especies han evolucionado para perpetuarse mediante el fuego muy repetido, como aulagas y jaras. De estas últimas tenemos en la mitad occidental la jara pringosa, llamada así por presentar en verano una resina muy inflamable cubriéndola (el ládano). Curiosamente el jaral  decae si no hay incendios, llegado el momento las viejas jaras mueren  sin renovación  porque las semillas necesitan del fuego para germinar, y dan paso a otras especies.

 

 Clima

El clima mediterráneo se encuentra presente en otras zonas del mundo pero sin gran extensión ( por ejemplo California, zona de Valparaiso en Chile, El Cabo en Sudáfrica y extremo sur de Australia). Lo que caracteriza a este clima es un verano seco y caluroso, en contraste con un invierno suave y húmedo.  Por tanto, se da una combinación perfecta para que durante el invierno se cree pasto que arda en verano, especialmente cuando se juntan las condiciones de baja humedad ambiental, viento y altas temperaturas.

 Sin embargo, el fuego natural en la mayor parte de nuestros  montes mediterráneos es  poco frecuente pues no suele haber tormentas de verano.  Por tanto, la especial adaptación del monte al fuego debe responder al uso desde épocas remotas del fuego como forma de abrir el monte cerrado al pasto del ganado y para la roturación rotacional de pueblos nómadas. Este proceso de  adaptación se produce en el momento en que se va estabilizando el clima mediterráneo actual, no olvidemos que el Neolítico es consecuencia directa del último gran cambio climático.

 Visto con perspectiva, el proceso  de formación del monte mediterráneo no ha sido uniforme, ni en el tiempo ni en el territorio,  por eso encontramos alteraciones importantes en las que un tipo de formación u otra han dominado con alternancias como pinares o robledales. Los datos aportados por las muestras de polen fósil distan mucho del ideal de bosque clímax permanente. En buena lógica estas modificaciones que calificamos como naturales deberían de seguir ocurriendo,  aunque solo fuese porque  el clima presenta una continuada  alteración.

  

Uso del suelo

Volviendo a lo dicho con nuestra vegetación mediterránea, es admitido que está adaptada a la explotación, especialmente al uso del fuego y aprovechamiento del  ganado.  Pero mientras de forma natural se daban las condiciones para los prados de climas atlánticos y algunas zonas húmedas de montaña, incluso por una vegetación ya preadaptada  a los grandes pastadores (bisontes o mamuts)  de la última era glacial, actualmente no hay pastadores salvajes equivalentes, los ciervos, cabra montés o corzos son ramoneadores. Esto era imposible en el clima mediterráneo, y se llegó a una solución de compromiso que fue la explotación del pasto temporal bajo arbolado, pero este difícil equilibrio creado por nuestros antepasados que llamamos dehesa(3) se rompió con el tractor, cerramientos y suplementos en forma de piensos industriales. Otra muestra de cómo el monte mediterráneo es resultado de la cultura y de cómo no entenderlo nos lleva al desastre ecológico.

 El abandono de la dehesa es muy sintomático, ya que el suelo se cubre de especies que son indicadores de un alto grado de degradación como la jara que, como se indicó, propaga el fuego con suma facilidad.

 El paisaje tradicional apenas cambió durante siglos hasta mediados del siglo XX con el abandono de la trashumancia primero, la aparición del tractor  y  el éxodo del campo a la ciudad que aún hoy continúa y que en sí, ejemplifica el problema. Lo que llaman los políticos la “España vaciada”.

 Hace un siglo, los incendios no eran el gran problema ya que casi todo el territorio estaba sometido a cultivos y  extracción de leñas para carboneo,  incluso aulagas y jaras fueron aprovechadas en  panaderías y los hornos de los tejares.  El espacio forestal estaba muy compartimentado,  con un complejo de setos, herrizas, huertos, prados para el ganado y monte adehesado que rompían la continuidad del fuego. Un año como este de 2025, bajo las mismas condiciones climáticas favorables para los incendios no hubiese  tenido las actuales consecuencias. Me refiero a una primavera especialmente húmeda, que en lugar de un problema para el verano, hubiese sido una bendición hace décadas,  aprovechándose el pasto que no habría llegado a agostarse espigado y alto, favoreciendo el fuego como ha ocurrido. Entonces ni había ni podían permitirse la compra de piensos, y el mantenimiento del ganado implicaba el movimiento comarcal o  aprovechando los pastos y rastrojos; e incluso lejos con la trashumancia.  Las vías pecuarias están ahí, no es leyenda.

 La mejor manera para entender la causa de los incendios es comparar los montes andaluces con los similares por clima, suelo, orografía y vegetación,  que se encuentra al norte de Marruecos(4) con unos usos como los de hace un siglo aquí, por eso allí no se producen estos incendios gigantescos. Esto desmonta la falacia de que es el cambio climático el responsable.

 Las causas de los incendios  hoy son múltiples, pero muchas asociadas a actividades nuevas como el uso recreativo de las gentes de la ciudad. Así en Andalucía se prohibieron el uso de  las barbacoas  en las áreas habilitados  para este fin durante el verano. Por otro lado, el incremento del senderismo y acampada es un riesgo potencial importante, solamente hay que ver la basura abandonada para darse cuenta que los senderistas no van a ser especialmente cuidadosos con materiales potencialmente iniciadores como colillas o cristal,  ni aún con el uso del fuego, aunque esté prohibido. Otro origen de incendios por descuido se debe a la actividad en viviendas de fin de semana, usando como antaño el fuego para desbrozar o limpiar la maleza del huerto, sin las precauciones debidas.

 Una causa muy frecuente es la de fuegos producidos por accidentes o descuidos con motores térmicos o máquinas que sueltan chispas, tanto eléctricas como por en piedras de cuarzo como es el caso de aperos del tractor. Aquí tenemos una casuística que va desde trabajos forestales, agrícolas, obras públicas, mantenimiento de líneas eléctricas, etc.

 

 Administración

La consecuencia directa de que tengamos tantos montes con riesgos cada vez más elevados de grandes incendios  se debe primero  a la necesidad de unas labores de prevención y después  de extinción. Lo pongo en este orden para que se entienda mejor aquello de más vale prevenir. Sin embargo, en nuestro país las comunidades autónomas dedican mucho más dinero a la extinción.(5) Esto produce una disfunción laboral y social, pues los bomberos trabajan mayoritariamente de forma temporal, que no parece ni lo digno ni lo adecuado para mantenerlos en forma. El que haya trabajado en extinción (el que escribe lo ha hecho) conoce las penalidades de moverse por el terreno accidentado de nuestros montes bajo la presión del humo y las llamas, queremos que tengan superpoderes  en verano y el resto del año los dejamos aparcados.

 Una gestión eficaz haría que este personal estuviese todo el resto del año  trabajando en  el monte en prevención y en extinción en verano. Preparándose, conociendo con detalle el terreno.

 Aunque lo razonable, tal como lo indican la mayoría de los técnicos en la materia, es dedicar más dinero a la prevención, dado que la necesidad de trabajos por la administración en el monte es mayor por los motivos anteriormente expuestos.  Al ser el presupuesto limitado, se debería derivar una parte del costoso presupuesto de extinción a la gestión preventiva con el mismo personal, con lo que habría una mejora en la eficacia y reducirían los costes. Hay que decir que no por gastar más directo en helicópteros se apagan antes los grandes incendios, es más, a veces ni siquiera es posible usar los costosos medios  aéreos (de noche o con fuerte viento), y tampoco puedes arriesgar la vida de los brigadista cuando no cuentan con unas mínimas garantías de seguridad. Y estas condiciones son ya intrínsecas de muchas zonas por relieve o falta de accesos, en dónde lo único prudente es dejar que se queme el monte y no exponer inútilmente a los bomberos.

 En España, y siguiendo el articulado de la Constitución, las competencias en situaciones de emergencia como estos grandes incendios  y aún más si rebasan los límites de una comunidad autónoma es del Estado. El mismo Gobierno de la Nación se contradice cuando acusan al cambio climático global, un problema que por definición rebasa los límites de la comunidades autonómas.

 En todo caso  los incendios grandes siempre han de ser supervisados por el Estado, y éste contar con buena parte de los medios de extinción,  bien porque sean suyos como que se pongan a su disposición los de las CCAA. Esto es así, dado que en primer lugar el Estado está obligado a proporcionarnos la protección sin importar en qué lugar de España vivamos (art. 5.2 Ley 17/2015(6)  y 139.1 CE): en segundo lugar, porque los medios son dispares como lo son las mismas CCAA, no pueden compararse por ejemplo La Rioja y Castilla León, por ejemplo. Y no tiene sentido que los medios estén disponibles y parados a la espera que rebasen el límite regional, cuando la intervención es más eficaz en las primeras etapas de un incendio, es preferible ayudar a la comunidad limítrofe en su territorio y extinguir allí el fuego que no dejarlo que se convierta en un monstruo cuando entré en tu territorio. Pero esto, es algo que no depende las CCAA, sino de la obligada coordinación del Estado(7).

  

Política

 Por desgracia el enfoque de los políticos no va a ser el correcto, alejándose de la solución. A ellos no les interesa escuchar a los técnicos independientes, solo miran para sus propios intereses, no enfocan en la realidad sino en lo que quieren que creas: su partido tienen la solución a todos los males que son creados por los otros partidos. No hay más.

 Es ridículo que se culpe al cambio del clima, que es algo apenas significativo en estos últimos 40 años, comparado con la descomunal transformación del paisaje abandonado de nuestros montes y campos. ¿Creen ustedes que  es gracias  a los políticos marroquíes que no hay grandes incendios en el Rif?  Es indignante cuando se hace para exculpar la responsabilidad y transmitirnos, una vez más,  que tampoco tienen la solución. Puesto que  un pacto de estado contra el cambio climático tiene el mismo sentido que hacer un pacto contra la malaria, las guerras, o la violencia.

 Sacar el cambio climático  de paseo  no es muy distinto a hacerlo con la virgen para que llueva. Si llueve será la virgen y si no también.

 

  

Notas:

  (1) En España la superficie forestal ocupa el 55% del territorio nacional  siendo monte público el 30%.  Los datos de Andalucia (IMA 2023) EL 50.7%   de la superficie de la comunidad autónoma es forestal y de esta algo más del 25% monte público.

 (2)Hay que decir que los derechos de los pueblos sobre los montes son de origen medieval ( del derecho germánico de los visigodos mayormente) y durante siglos han sido atacados por municipios y el Estado haciéndolos perder la condición legal original. En la actualidad son las propias legislaciones autonómicas las que intentan acabar con este derecho ancestral.

 (3) La dehesa tradicional  como sistema etás literalmente muerta porque no se regenera, el árbol sufre y entra en decaimiento, debido a cambiar su uso manteniendo el ganado todo el año con cargas elevadas dentro de cerramientos, usando la grada del tractor para mantener al matorral, etc.

 (4) De aquella época lejana del protectorado, aún había recuerdos  de algunos viejos funcionarios del cuerpo de montes que trabajaron en Marruecos  gestionando los montes públicos. A propósito, este país  nos envió dos aviones anfibios Canadair para ayudar a combatir esta ola de incendios de agosto de 2025.

 (5)  En el caso de Andalucía ( datos IMA 2023) la gestión preventiva  es de 36 Millones  y la  extinción 140 Millones.

 (6) Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema Nacional de Protección Civil.

Artículo 5. Derecho a la protección en caso de catástrofe.

...

2. Los poderes públicos velarán por que la atención de los ciudadanos en caso de catástrofe sea equivalente cualquiera que sea el lugar de su residencia, de conformidad con lo establecido en el artículo 139.1 de la Constitución.

 

(7)   Definición. Son emergencias de interés nacional:

 

Artículo 28.

...

2. Aquellas en las que sea necesario prever la coordinación de Administraciones diversas  porque afecten a varias Comunidades Autónomas y exijan una aportación de recursos a nivel supraautonómico.

 Artículo 29. En los supuestos previstos en el artículo anterior, corresponderá la declaración de interés nacional al titular del Ministerio del Interior, bien por propia iniciativa o a instancia de las Comunidades Autónomas o de los Delegados del Gobierno en las mismas.

 

 

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