domingo, 7 de abril de 2019

TARTESSOS: PUERTA Y ENCRUCIJADA DE OCCIDENTE


TARTESSOS: PUERTA Y ENCRUCIJADA DE OCCIDENTE

Imbuido en el contexto romántico de los afortunados hallazgos de Schliemann (Troya y Micenas) el filólogo alemán Adolf Schulten publicará en 1924 sus investigaciones sobre  Tartessos; basadas en la figura mitificada contenida en textos antiguos, puesto que no cuenta con el aval arqueológico. Será en 1958 cuando haya un replanteamiento tras el hallazgo del tesoro del Carambolo cerca de Sevilla, que da comienzo a los estudios arqueológicos sobre un periodo  tartésico  que abarca desde el s. IX al VI a.C.

Los textos orientales describen a un pueblo que vive más allá del estrecho junto a un río, rico en metales y que comercia con los fenicios. A grandes rasgos:

  • Posición geográfica del núcleo tartésico en la desembocadura del Guadalquivir, siendo así que Schulten buscó sin éxito la capital en las marismas de Doñana.

  • Vinculación con la metalurgia y minería de la plata, principalmente de la contigua Faja Pirítica Ibérica (este tema ha sido tratado en la entrada sobre la FPI).

  • Punto de encuentro del comercio de los metales del Bronce.  En particular del estaño del Atlántico.
 
Jarras tartésicas encontradas  en el Cabezo de la Joya en Huelva (Huelva, Buenas Noticias)
Las referencias literarias del mundo tartésico están vinculadas al pueblo fenicio, los navegantes que llevan a las civilizaciones de oriente las noticias de un mundo entorno a la bahía de Cádiz.  Será lógico que se produzca una confusión, haciendo que Cádiz se convierta en la capital de Tartessos y por extensión pareciese que Tartessos fue una colonia fenicia.

Sigue resultando razonable explicar el origen de la cultura tartéssica como resultado de la colonización fenicia;  sin embargo se postula que la posición insular de Gadir, su primera colonia y más occidental, supone la prueba de evitar el conflicto con los indígenas en todo el golfo de Cádiz; cosa que no ocurre en toda la costa mediterránea del sur peninsular  con numerosas colonias continentales. En el ámbito tartésico, es el pueblo indígena el que controla la  actividad  metalúrgica,  aunque el comercio posterior esté en manos de las colonias fenicias, comenzando con Cádiz y luego otras a  partir del siglo VII a.C. que se enriquecieron como puede deducirse de necrópolis como las de Almuñécar  y  Trayamar.

 La actividad fenicia se limita a estas posiciones costeras y no penetran en el interior del dominio de Tartessos, llamado área de influencia. En este sentido, es de destacar que se define una núcleo entorno al llamado por algunos Golfo Tartésico en la paleodesembocadura  del Guadalquivir  junto a la actual ciudad de Sevilla  y posteriormente una zona de influencia clara hasta el Tajo por el norte y toda Andalucía por el sur; sin embargo, son mejores los hallazgos de las zonas de influencia -más alejadas- como es el caso de Cancho Roano en Badajoz debido a la superposición de construcciones de tantos pueblos en el núcleo, como cartagineses, romanos, hispanomusulmanes, y la urbanización posterior. Ahora bien.  ¿De dónde venían? ¿Quienes eran los tartesios?

Las evidencias arqueológicas de una cultura tartésica se muestran por un lado, por hallazgos de una cultura con rasgos propios orientales como las construcciones de planta rectangular,  un incipiente urbanismo y desarrollo social, mientras que los pueblos indoeuropeos anteriores usan construcciones circulares u ovaladas. Igualmente, por rasgos propios indígenas que los diferencian de los fenicios, como su lengua y escritura. En todo caso esto no aclara totalmente el origen, solamente la evidente influencia oriental y la persistencia de una población indígena que no fue desplazada.

Vista desde el Cabezo de la Joya (Huelva)

La clave está en un periodo anterior a la fundación de Gadir del que no existen referencias literarias, pues ha de suponerse  que los de Tiro se encuentran a un pueblo organizado en ciudades estados confederadas que ya tenía relaciones con oriente como igualmente con pueblos atlánticos como los de la ruta del estaño (celtas). Este origen complejo, fuese más ibero, más celta, micénico o chipriota; pierde importancia tras siglos de contacto con el pueblo fenicio que acabará en unos herederos reconocibles (turdetanos).

Pongámonos en situación. Desde el comienzo del II milenio a.C. el territorio del bajo Guadalquivir fue una zona que atrajo población por sus riquezas -agrícola, ganadera, pesquera y minera- además de contar con accesos fluviales (Guadalquivir, Guadiana y ría del Tinto-Odiel). Culturalmente está en una posición de intercambio entre sus vecinos del mundo mediterráneo y atlántico, celtas e íberos;  pero seguramente, ya con contactos con los pujantes pueblos navegantes del Egeo. Por eso, los restos arqueológicos en todo el valle bético nos muestran una gran heterogenidad en el ritual funerario que se van generalizando poco a poco hacía el enterramiento en cista, para luego en el s. X a.C. aparecer la incineración.

Esta homogeneidad del pueblo proto tartésico del Bronce Final viene precedida por un despoblamiento en la zona entre los s. XII-X debido a una crisis de la que no se conocen las causas,  que algunos achacan a un desastre natural y posterior epidemia.

Una explicación conjunta sería la de una colonización de pobladores culturalmente superiores - orientales-,  que asentados llegan a mezclarse con la aristocracia indígena pues aunque poseen la supremacía social son una población muy minoritaria, siendo así que no imponen su propia lengua.

Esta colonización pudo facilitarse por la aparición de un desastre natural y epidemia con el contacto de pueblos de oriente. Avalando la hipótesis del desastre natural parece haber señales de una gran terremoto y tsunami al final del II milenio a.C. Recordemos que la zona está muy expuesta históricamente, siendo el último evento conocido como "el  terremoto de Lisboa" -de 1755- de daño muy limitado dado que el área costera estaba muy poco poblada, y Cádiz pudo salvarse gracias a sus murallas. La única población en la costa de entidad era Isla Cristina y fue totalmente arrasada (ver entrada tsunami).

En cuanto a la epidemia, podemos plantear que a consecuencia de la domesticación del ganado,  durante mucho tiempo se produjeron brotes epidémicos originadas por el salto de virus de estos animales, un cuadro típico de elevada morbilidad entonces y ahora, pero limitado a poblaciones poco conectadas similar a lo ocurrido con el ébola en África.  Al aparecer las primeras civilizaciones con el mayor intercambio poblacional, debieron sucederse pandemias, que generarían resistencia natural tras las reinfecciones en las generaciones posteriores;  luego, podría suponer una ventaja en el contacto frente a los pueblos periféricos, con población poco conectada.  Un caso singular es el de la América  del encuentro tras el arribo de Colón, donde virus como el sarampión y viruela causaron una gran mortalidad y facilitaron la conquista de los españoles.

Aparte de los virus que se transmiten desde el ganado hay otros candidatos más habituales, como la gripe. Recuerdo que la gripe de 1918 -"la española"- produjo mayor mortalidad que la Gran Guerra, aunque es la debilidad del mismo conflicto el que produjo tanta muerte.

Una situación de debilidad pudo producirse por motivos naturales, como una sequía. Es fácil imaginar que un evento catastrófico fuese el punto de partida que causara una cadena de acontecimientos y profunda crisis social por generaciones. Facilitando la entrada de extranjeros, digamos que inmigrantes más que colonos, entendido que hubo una mezcla racial que eso sí, modeló a la cultura indígena;  viendo el símil de la América española observamos como no sería una conquista por no existir la dependencia de la metrópoli y sin embargo igualmente se produciría una mezcla o asimilación cultural generando rápidamente una nueva cultura con sentimiento indígena.

Podríamos pensar que durante esta época fueron varios los eventos y uno importante pudo ser la llegada de un pueblo invasor. En este sentido se ha sugerido que  el sostén social de una sociedad como la tartésica en aquella época debía estar formado por un casta de señores que bien pudiesen ser extranjeros. La lengua tartésica debería dar pistas al respecto, no hay consenso al respecto, parece que sea de raíz indoeuropea, aún más, parece que fuese una lengua celta. Esta cultura base pre tartésica, es coherente con los contactos con sus vecinos en la fachada atlántica peninsular en donde estaban las fuentes de estaño  como Cornualles  o Bretaña, siendo -según parece- los Tartessos y sus antecesores los que controlaban estas relaciones comerciales. No ha de olvidarse que parte de la fama de Tartessos se encuentra en su estaño, se decía que por allí bajaba un río de estaño -desde la céltica- y este dominio comercial es también una razón de peso para  el origen de un poderoso pueblo que perduró durante seis siglos.

Por último, resulta inevitable relacionar los eventos que producen primero el despoblamiento y la posterior consolidación de una cultura con cierta homogeneidad con la crisis del Bronce Final de la que ahora vamos a tratar someramente.

Nuevamente encontramos pocas referencias fiables y para no extenderme comentaré algunas supuestos comunes. La principal referencia histórica se encuentra en inscripciones egipcias del faraón Merneptah (finales del siglo XIII a C) y de Ramsés III (principios del siglo XII a C) que hablan de incursiones de pueblos del norte que se popularizarán entre los historiadores con el apelativo de "pueblos del mar". Estos pueblos acaban con todos los imperios de la época  hasta que son vencidos por Ramses III, no obstante dejó tan debilitado al imperio egipcio que permitieron el asentamiento de los peleset o filisteos del relato bíblico.
En realidad en estos textos aparecen muchos más pueblos y algunos se relacionan con el lugar en que se asentaron. Por ejemplo, los peleset dan nombre a Palestina pero su origen anterior ha sido identificado con Creta y  como el resto de estos pueblos parecen tener origen indoeuropeo. Se ha sugerido una causa climática que produjera  hambrunas en la Europa del este y  por ello arrastraría a poblaciones enteras hasta las ricas ciudades del mediterráneo. Quizá todo comenzó en las montes de Anatolia  con la caída del imperio Hitita. Luego estos pueblos bajarían al Egeo.

Otro de los pueblos identificados con un territorio mediterráneo son los shardana de Cerdeña  y los Teresh  que mencionamos pues hay quien encuentra una relación de este pueblo con Tartessos por el parecido fonético, sin embargo no es admitido por los principales historiadores.  Estos parecen que procedían de Taruisha, una región del noroeste de Anatolia citada en algunos documentos hititas. Otras fuentes griegas posteriores situaron en esa misma zona a los tirsenos o tirrenos - hubiesen dado su nombre al mar Tirreno-, cuyo nombre resulta muy similar, y que hubiesen tenido un importante papel en la formación del pueblo etrusco.

Por tanto, estos pueblos procedentes de Anatolia occidental, entre los siglos XII y X a.C., se habrían asentado en la península itálica, que ya sabemos que mantenía  anteriormente contactos con la población ibérica.  Podrían así,  haber llegado igualmente a los territorios del suroeste peninsular como población emigrante y mezclarse con la etnia local.

Resulta imposible no caer en el romanticismo y ver en estos pueblos una especie de revuelta popular. Pues aunque se nos presentan como unos grupo de piratas que acabaron con todos los imperios del Bronce menos con el egipcio. En realidad se trata de poblaciones emigrantes que llevan con ellos sus familias y que triunfaron seguramente por su numero en el combate gracias a su forma de lucha popular, basada en el cuerpo a cuerpo de infantes respecto a los ejércitos que usaban los imperios de aquella época basados en carros de guerra que únicamente manejaban una casta guerrera. Sin duda, el éxito de esta forma de lucha cerrada  formaría luego las falanges o legiones.

Por último hay quien ve una relación también  entre los pueblos del mar y el surgimiento de los fenicios, como descendientes de los filisteos asentado en territorios cananeos.  Seguramente por el dominio del mar de estos pueblos, aunque encontramos la misma contradicción del origen semita dada para el pueblo fenicio frente al origen supuestamente indoeuropeo de los pelesteos o pelesets.

En definitiva, resulta evidente que el origen de Tartessos no puede considerarse más que relacionado con los contactos con pueblos orientales, de hecho, hay indicios fenicios anteriores a la fundación de Cádiz en Huelva. Pero incluso bastante anteriores que generaran un cultura comercial con una base indígena que tendría precedentes muy anteriores por la ruta del estaño atlántico, de aquí que la posición de Tartessos sea trascendente para los comerciantes orientales, no por la riqueza minera de la zona (minas de Río Tinto  y  demás de la Faja Pirítica) como se ha venido a entender sino por la posición de puerta del Atlántico en donde se encuentra el mundo del estaño (ver las referencias históricas del estaño en Tartessos en entrada minería Faja Pirítica). Por otro lado hacía falta un pueblo que pudiese tener una cultura cercana al mundo celta para realizar estas transacciones comerciales y de igual modo con el mundo mediterráneo oriental. Tartessos es así el puente de intercambio entre estas culturas.





Bibliografía y consultas:

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Barragán de la Rosa,  F. J.(2016 )EL PODER POLÍTICO EN TARTESO Y TURDETANIA. UNA VISIÓN GENERAL. Trabajo publicado en la Revista Cultural de Dos Hermanas (Mayo 2016).
Blázquez, J. M.ª (1992) - Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente. Madrid: Cátedra.
Martín Córdoba E. , Recio Ruiz, A. et al. (2001)  APROXIMACIÓN AL ANÁLISIS HISTÓRICO DE LAS COMUNIDADES  INDÍGENAS DEL BRONCE FINAL EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA. Mainake XXIII/2001.
Moreno Arrastio, Francisco José (1999). CONFLICTOS Y PERSPECTIVAS EN EL PERÍODO PRECOLONIAL TARTÉSICO.  En Gerión, n1 17, 1999., Servicio de Publicaciones, Universidad Complutense. Madrid.
Rodríguez  Díaz, A. (1994) ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL FIN DE TARTESSOS EN LA CUENCA MEDIA DEL GUADIANA: LA CRISIS DEL CUATROCIENTOS Y EL DESARROLLO DE LA BETURIA. CuPAUAM 21.1994.
Tejera Gaspar, Antonio (1996) ¿SE ESTABLECIÓ UN PACTO ENTRE FENICIOS Y TARTESIOS PARA LA FUNDACIÓN DE CÁDIZ?. Complutum Extra, 6 (I) 1996.

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