El científico no puede creer en verdades absolutas y ha de mostrarse escéptico ante la “verdad” socialmente admitida. En palabras de Voltaire: «la ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda».
Glaciar en Chamonix ( Foto del autor) |
El asunto climático pasa a ser un asunto de las ciencias sociales
Siguiendo el
proceso común dentro del método científico, la teoría del calentamiento global
se plantea a partir de unas pruebas experimentales1. Pero que sea aceptada
por la comunidad científica no significa que se considere una teoría cerrada o
definitiva. El avance científico implica ponerla a prueba mediante la crítica y
discusión para que sea mejorada o, incluso llegado el caso, superada por una
nueva teoría. Este proceso abierto es lo contrario que vemos sobre este asunto
en el ámbito social, en el que dudar del cambio climático global (CC) se
convierte en un anatema. Los que dudan, son tachados como “negacionistas
climáticos” y señalados como lo fue el
hereje o el ateo en una sociedad dominada por la religión. Y en cualquier disputa crítica, en
las tertulias del maestro liendre, se suele zanjar haciendo referencia a una
supuesta autoridad científica, cuando en realidad no se sabe de qué ciencia
están hablando.
No debe ser casual el paralelismo mediático con lo ocurrido con el COVID2,
aunque en este caso el pope es un observatorio llamado IPCC, dependiente de esa
ONU que aparece ahora como salvadora del planeta cuando es incapaz de resolver
tantos conflictos e injusticias que afligen al común de los habitantes de este
planeta. De tal forma que su director
parece un predicador del apocalipsis cuando nos advierte que: “los combustibles fósiles son incompatibles
con la supervivencia humana”.
Captura del Informe IPCC 2023 |
Luego, CC es en realidad una creación social que escapa al estudio de las ciencias experimentales, hasta el extremo que incluso la mayoría de los trabajos académicos, en particular aquellos con mayor difusión que tratan la temática lo hacen desde las ciencias sociales. Esto viene a ocurrir desde el momento en que se introduce en el modelo la voluntad política de la lucha contra el cambio del clima que, como es claro y manifiesto, en lugar de emanar del pueblo soberano se impone basada en un “consenso científico” cuyo uso deliberado está relacionado con el populismo de los que se arrogan representar a la mayoría3.
Para el físico esto es equivalente a introducir un factor humano imprevisible que hace imposible cualquier intento de predicción. No obstante, la naturaleza humanizada ha sido vista como una aberración en la dinámica natural, y frecuentemente dejada de lado como la dinámica a estudiar por físicos, climatólogos, geólogos, ecólogos, biólogos, etc. En consecuencia, los nuevos expertos del clima son los economistas, sociólogos, filósofos, antropólogos, psicólogos, entre otras disciplinas. Esto nos lleva a unas falsas predicciones fundamentadas en creencias4 como ocurre con la economía.
El asunto podría compararse a lo que ocurrió con la teoría de Darwin acerca de la evolución, debatido por todo tipo de enfoques ajenos a las ciencias naturales. Como entonces, aparece una pugna de tipo ideológico que no científico entre negacionistas y defensores del CC. Cuyo enconamiento se hace evidente cuando una buena parte de los escritos acumulan datos para intentar poner en evidencia el error de los negacionistas en lugar de ignorarlos, pues estos últimos son una reducida minoría5. Incluso atacando a científicos escépticos por usar una pequeña parte del inmenso volumen de datos. Darwin montó su teoría con una acumulación de datos, pero los que trabajan en la teoría evolutiva no acumulan más y más en el mismo sentido sino que se centran allí en donde la teoría parece fallar. Esta es la forma del avance en la ciencia; acallar las fallas del modelo (que no es la realidad), dificulta o impide la mejora en el conocimiento de la realidad física.
El asunto climático pasa a ser un asunto pop
El CC comenzó a formar parte de la cultura popular cuando un político millonario (y del sistema) usó toda su influencia para difundir una idea en las misma línea de otras muchas que ahora nos llegan desde los EE.UU. caracterizadas por deconstruir el orden natural6. Aprovechando el problema del calentamiento global se montó un circo emocional en el que han ido apareciendo niños como portavoces e imágenes de osos polares ahogados, entre otras formas de usar el soborno moral. Hemos asistido a la grotesca performance de una ministra de medio ambiente llegando en bicicleta escoltada por vehículos oficiales a una cumbre europea de medio ambiente. Y no digamos ya, que la última celebración de la Cumbre del Clima 2023 se haya llevado a la muy petrolera y extravagante monarquía de los Emiratos Árabes Unidos.
Tanta insistencia en la descarbonización puede ir en contra de los mismos fines que persigue, ya que es tan dominante en el poder que claramente se identifica su origen en el sistema. Paradójicamente los mayores defensores son grupos de ideología progresista que pretenden cambiar el sistema.
Algunos estudiosos como Andreas Pickel, desde un punto de vista sistémico, partiendo de la evidencia de que nuestra civilización está a punto de colapsar desconfía del papel de liderazgo de los EE.UU., creyendo que la inestabilidad de nuestra civilización producirá un punto crítico en la opinión pública de las otras mayores democracias: India, Rusia, Japón y Alemania:
<<Los efectos de las migraciones masivas —causadas por guerras o desastres climáticos— constituyen otra fuente mayor de inestabilidad sistémica. La posibilidad de que llegue el momento en que la creciente cantidad y visibilidad de los desastres provocados por el cambio climático ayuden a producir un punto crítico en la opinión pública, podría ser un factor mayor para un cambio político radical.>> .”(Pickel, 2016)
Creo que esta desestabilización es inevitable incluso sin la mediación del desastre climático. Pero haciendo un análisis histórico, lo que con toda seguridad producirá es un debilitamiento de las democracias, especialmente en Europa por su posición subordinada a los intereses de los EE.UU. Por tanto, no puedo tener este optimismo y ese “cambio político radical” como cualquier revolución vendrá de arriba a abajo y seguramente será un escenario en el que la autoridad se vea fortalecida a la vez que la voz del pueblo sea más acallada, las prioridades de los ciudadanos quedarán relegadas a las básicas (alimento y salud, básicamente).
Decir CC global viene a ser una reiteración similar a decir medioambiente.
La globalización es
el elefante invisible de las cumbres del clima. Si la ONU dista mucho de ser la organización que representa el interés
global de la humanidad, cualquier política globalista como la del cambio
climático está condenada al fracaso.
En cierto
modo, las mismas fuerzas que nos han empujado a la globalización económica
(transmutada a progresista)7 pretenden dirigirnos a una
globalización ambiental, centrada casi exclusivamente en la quema de
combustibles fósiles. Esto lleva a la paradoja de poner atención a grandes problemas imaginarios8 de
responsabilidad compartida, mientras que los problemas ambientales locales solucionables
por nuestras administraciones han pasado a un segundo plano.
F, Wikicommons |
Siempre hubo una señalización al ciudadano para esconder la verdadera cara de los responsables del deterioro ambiental. ¿Recuerdan cuando se decía que un europeo contaminaba como muchos habitantes del tercer mundo y un estadounidense aun muchos más? Actualmente los responsables han externalizado la contaminación al tercer mundo. No puede ser una coincidencia que en este mismo escenario se señale como el mayor problema de la humanidad a un gas carbónico inocuo, que indiferente a su origen, se difunde de forma natural global y homogéneamente; frente a la contaminación por sustancias altamente tóxicas que contaminan localmente y nuestras legislaciones no toleran aquí pero no tenemos escrúpulos que se haga en otros países para mantener el abastecimiento que necesita nuestro consumismo.
Esto abre una brecha enorme entre el común de los humanos y el urbanita “neoconsumismo verde” que vive dentro de una burbuja de satisfacción moral mantenida por una red injusta que se extiende por todo el planeta con consecuencias ambientales muy negativas que sufren tanto humanos como el resto de seres vivos.
Del ecologismo al Cambio Climático
Enormes desastres ambientales se han venido produciendo sin que se hubiera hecho un análisis al respecto, seguramente porque, después de todo, muestran la gran resiliencia del planeta9. En 1962 Rachel Carson publicó “Primavera Silenciosa”, que prevenía de las consecuencias de los plaguicidas químicos como el DDT, abriendo en gran medida la sensibilidad ecologista. Aunque el movimiento no se hace popular en Europa hasta que aparece la lucha antinuclear con los primeros partidos verdes (Los Verdes en Alemania se fundan en 1980) que ponen menos énfasis en cuestiones de ciencia o ecología10 que en otras sociales y filosóficas. Este alejamiento de la naturaleza, aparece actualmente con el conflicto de los agricultores, ya que el minoritario mundo rural se siente despreciado y atacado por el urbano que cuenta con una supremacía y prestigio en todos los sentidos (cultural, económica, política…). Las nuevas generaciones que se han formado bajo esta impronta urbana, incapaces de comprender la realidad rural, ya se posicionan en puestos de decisión trasladando su desprecio por el modo de vida rural al ámbito legislativo.
El actual CC, a partir de una teoría, es una creación social resultado de la confluencia de las ideas ecologistas con los nuevos discursos progresistas emocionales. Esta construcción no era inevitable, conviene recordar como estuvimos al borde de la catástrofe por el agujero del ozono, y sin embargo no se produjo una politización similar (protocolo de Montreal de 1987). Tal vez aún no había fraguado en la política la confluencia de las ideologías progresistas mayoritarias con las ecologistas; materializándose en un sistema de intereses políticos/económicos con perspectiva de largo plazo y que comienza por la creación de fondos para la lucha contra el CC, cuya punta es el IPCC, definido como “panel de expertos climáticos”, resulta un variopinto grupo que analizan las soluciones para un problema para el que realmente nadie puede estar preparado11. En definitiva estamos ante un cambio de paradigma “que va a propiciar a buen seguro una revolución cultural de insospechadas consecuencias” (Peregrín, Fernando, 2007).
Ahora el CC tiene vida social propia, es un mecanismo de dimensiones
colosales imposible de parar por su la inercia de su enorme masa de intereses,
consenso político, cargos y presupuestos que nos avocan a una profecía
autocumplida. De tal manera que el escenario futuro
climático puede ser lo de menos, ante los drásticos cambios a que nos abocan
las políticas para reducir una emergencia real o imaginaria, que parece
empujarnos a un poder global autoritario12.
Las confluencias de ideas entorno al CC, forman parte del discurso ambientalista de dos caras: “salvar al Planeta de nosotros” y “salvar nosotros al Planeta”. Aunque la solución del ecologismo atávico, de revertir el proceso13 no se puede poner en acción salvo catástrofe que nos devuelva al paleolítico. Por lo que solamente cabe la implantación de nuevas tecnologías, dentro de lo que alegremente hemos llamado progreso, y es que desde el neolítico es la innovación permanente para salir de una determinada crisis que siempre acaba teniendo efectos indeseados. ¿Por qué ahora iba a ser distinto?
Siendo una
realidad incuestionable que la dinámica de la naturaleza es un continuo cambio
físico, resultará que una alteración del clima realizada inconscientemente, se
corrige con una modificación consciente de ese clima. Como si el acto
consciente fuese ético o bueno, simplemente por serlo. ¿No dependerá del actor
y sus intenciones? Si la lucha futura fuera tener el mando del termostato del
planeta, resulta un objetivo bastante escurridizo, que está en consonancia con
la ingenuidad de pensar que vamos a
conseguir obligar a toda la humanidad a dejar de quemar combustibles
fósiles.
Se desliza que somos responsables del daño y debemos
reparar el planeta; pero en un asunto tan trascendental no nos preguntan el
cómo. Viene impuesto. Asistimos atónitos
a un consenso político no consultado, que no emana del pueblo soberano, que deja fuera la dialéctica entre políticas
de derecha e izquierda.
No somos el pueblo soberano, al contrario nos han vuelto
servidores a través de los partidos de intereses considerados superiores. Nos hacen ser idiotas en el sentido de
la etimología precisa griega, pues es
mejor que no lo entendamos.
Nuestros
gobernantes han decidido responder a unas directrices lejanas frente a las
demandas locales.
Esto nos dirige a una crisis social sin precedentes por
las implicaciones políticas, económicas y sociales de una lucha contra el CC
que viene impuesta por una supuesta superioridad intelectual y moral, que no
conoce fronteras ni límites. Siendo los más vulnerables, no obstante, los
ciudadanos de las democracias de occidente tan frágiles a los vaivenes
económicos, y tan sensibles a la desestabilización social siguiendo patrones ya
conocidos del pasado siglo en Europa que conducen al autoritarismo. Y esto
cuando es tan llamativa la desproporción entre nuestra implicación en la lucha
y el porcentaje del consumo global de combustibles fósiles.
Según Carbon Dioxide Information Analysis Center, Oak Ridge National Laboratory, U.S. Department of Energy (del el tiempo.es) en cuanto a las emisiones. China representa el 30% frente a un 9% de la UE. Esta desproporción es particularmente significativa cuando cada vez mas dependemos de unos productos industriales chinos tan manchados de carbón como las mismas baterías de “los verdes” coches eléctricos. También significativo en lo que significa en la población mundial China, Rusia o India; el mundo respecto a Europa, si es que podemos aplicarle igual importancia a todos los miembros de la humanidad como corresponde a nuestros valores democráticos (nótese la ironía).
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente / Eurostat las emisiones del 2015.
España 335.661 Ktm de equivalente de CO2
UE 4.451.813 Ktm de equivalente de CO2
España, por tanto, 7,54 % de la UE
El 7,54% de 9% es 0,68%
Es decir, el enorme esfuerzo que supondría que toda la población española dejara de consumir combustibles fósiles representaría solamente el 0,68% mundial.
Aunque lo más importante es que, precisamente España podría permitírselo dado que carece de fuentes de petróleo, gas y yacimientos de carbón de calidad. No ocurre lo mismo con muchos países no tan desarrollados en los que además, aparece el agravio de no haberse aprovechado de estas energías baratas y asequibles. ¿Cómo se les niega ese derecho?
Mientras
los países ricos que cuentan con más reservas como Rusia o Canadá, saldrán
beneficiados por un calentamiento global al tener la mayor parte de un
gigantesco territorio inculto debido al permafrost.
La situación es bastante confusa, ya que se habla de situación de emergencia, sin que gran cosa veamos al respecto. Los gases de efecto invernadero siguen incrementándose pero el calentamiento está siendo gradual y menos rápido que lo que divulgaron a finales del pasado siglo. Quedan muchos años, probablemente, para despejar definitivamente la incógnita de si el efecto de las emisiones de estos gases marcará el clima en las próximas décadas o serán otros factores los que lo harán. Para entonces, es muy probable que sean estas políticas y no el clima las que dejen una huella más profunda en nuestras sociedades occidentales. Por lo demás para el humilde humano de cualquier parte, nada habrá cambiado, seguirá intentando sobrevivir a las consecuencias derivadas de las políticas que impulsan los poderosos.
Conclusión:
El cambio del
clima es un problema real pero de amplitud aún desconocida. Para la humanidad,
sometida a todo tipo de graves problemas sociales, económicos y ambientales,
enfrentarse a los vaivenes
climáticos será generalmente de escasa relevancia respecto a
las condiciones miserables de su vida.
No obstante, para españoles y europeos, las consecuencias de las políticas globales
serán de muchísimo más impacto en nuestras vidas que la consecuencia climática.
Contrariamente a la sensación general que nos proporciona nuestra burbuja de
bienestar, no vivimos aislados, y
somos un eslabón débil en un momento en
el que entra en crisis nuestra civilización. Tenemos un mal pronóstico si
seguimos más preocupados en proteger las colonias felinas de nuestro barrio que a las familias con hijos (es un
pleonasmo intencionado). La minoritaria juventud cae en un error fatal al despreciar la bondad
de la herencia cultural recibida y cambiarla por un progreso inflado de
falsedad: son estúpidos al creer tener asegurado sus derechos sociales y
cubiertas sus necesidades básicas sin entender que todo esto requiere de un
esfuerzo constante o, simplemente, se pierde.
El
CC no es más que una muestra del cambio de paradigma por el que nuestros
gobernantes nos señalan ideales para que dejemos de ver las pequeñas miserias
de la humanidad real, que son el sobrevivir ante la violencia y las armas. Si
repasamos la historia reciente, sabemos que las crisis que desembocan en nuevos
equilibrios globales van precedidas por una fatalidad que nadie quiso ver
llegar en forma de conflictos bélicos dirimidos con sangre y ahora máquinas que
consumen muchísima energía derivada del
petróleo ¿Otra paradoja?
Notas:
1.- Las pruebas son los datos climáticos del pasado, incluidos los proxy data. Las proyecciones de los modelos no son pruebas experimentales, obviamente, aunque son tomadas frecuentemente como tales, tal se observa a diario en los medios.
2.- ¿Recuerdan
el comité científico que nunca existió?
https://antoniommoreno.blogspot.com/2020/04/covid-19-lo-que-se-debio-prever.html
3.-Alejandro Lomas González, Ricardo Torrijo Murciano en “EL MÉTODO
CIENTÍFICO Y EL PROBLEMA DEL CAMBIO CLIMÁTICO”,alertan sobre el uso del concepto “consenso” en el CC:<<(...) es
reconocido por algunos metodologistas de la Ciencia como una característica de
la ciencia social (Feyerabend 1987). Pero si el consenso fuera el método
principal de la ciencia entonces algunos de las más revolucionarias teorías
científicas de la historia, como las de Galileo, Copérnico, Darwin o Einstein
habrían sido rechazadas. >> No
obstante, nunca se puede garantizar que la opinión de la mayoría, ni de la
autoridad, sea la correcta.
Realmente el consenso no es más que una declaración acordada por mayoría sobre un asunto público. Aunque en democracias como la española, el consenso podría responder a la voluntad popular o no. Así la mayoría de representantes otorga la total legitimidad al gobernante cuando en la práctica no se corresponde con una autentica mayoría social, dado que en unas elecciones una buena parte del censo no vota y puede ser una mayoría silenciosa, además que el reparto proporcional otorga la mayoría absoluta con apoyo inferior a la tercera parte del censo.
4.- También
hay una huida de la objetividad en las ciencias
físicas por influencia de las ciencias sociales como ha sido señalado por la
epistemología en el caso de la mecánica cuántica o la teoría del caos. Hoy que todo es según su alcance en los
medios, es innegable que lo pseudocientífico vende más, ya sea construir un
relato fantástico o adivinar el futuro
resulta más excitante que dudar.
Por otro lado, la popularidad del CC está muy relacionada con las
explicaciones simples de fenómenos complejos propias de las pseudociencias que
llama Bunge, caracterizadas por tener un
reducido círculo de autoridad y su recelo a someterse a toda crítica o
contrastación. En todo caso es bastante evidente y ha sido señalado por muchos
filósofos de la ciencia como, particularmente en España, la educación no
promueve el enfoque del método científico y el escepticismo. Menos esperable en
un momento como el actual, en el que interesa tener bajo el nivel de crítica
popular.
5.-
Nuevamente este es un rasgo más que muestra que en ningún caso se está tratando
el tema de manera científica, la ciencia no necesita de una mayoría social para
imponerse. Solamente lo hacen los regímenes autoritarios populistas, de esta
forma pretenden pasar por democráticos (según la etimología original).
6.-El constructivismo sirve de base para una ideología que relativiza el
conocimiento objetivo, que es la realidad física, entendiendo que es una
construcción mental. Esto es equivalente a pensar que la realidad es
voluntarista. Una idea narcotizante, pues todo acaba siendo una ilusión.
En este sentido: “Las verdades se descubren y las mentiras se construyen,
la ciencia sigue siendo la forma más compacta para expresar la incertidumbre”.
(Wagensberg, J. 2006).
Desgraciadamente este movimiento anticientífico se ha acabado imponiendo
en las universidades occidentales.
Trasladándose socialmente a una situación pretérita como la que nos
narra el genial Cervantes en su Retablo de las Maravillas, en el que un sabio
llamado Tontonelo conseguía que todos digan ver lo que no ven.
7.- La globalización no requería de
voluntad política ni consenso, es mera consecuencia del mercado. No obstante,
los intereses plutocráticos también buscan satisfacciones morales,
podríamos tener como referencia el FEM que trabaja en un rediseño global
(recuerden lo que se dijo en el foro de Davos de 2016: “No
tendrás nada y serás feliz”) que según el TNI pretende sustituir un modelo democrático reconocido por
un modelo en el que un grupo autoseleccionado de «partes interesadas» tome
decisiones en nombre del pueblo.
(https://www.tni.org/en/article/davos-and-its-danger-to-democracy).
Pero la manera de hacerlo requiere de un relato
progresista como los ODS (Agenda 2030) patrocinado por un aparente foro de la
humanidad. La ONU es solo un foro de imposición despótica, que responde
a la máxima de servir a ciertos intereses mientras nos hacen creer que son
nuestras necesidades. Aún peor si pensamos en sus representantes, sería el foro de la
humanidad si en este un mundo la reunión de criminales tuviese como
resultado su conversión en personas justas. Para el caso de Europa, este discurso cuestiona
la coherencia de nuestros gobernantes. Ya lo comentamos en la entrada “Catastrofismo
Climático” en relación con la presidenta de la comisión europea. Pasemos a
hablar de su país referente en políticas verde. Puede limitar el uso del coche en fines de semana para
cumplir con los compromisos de descarbonización... mientras quema más carbón
por enemistarse con Rusia tras dejar de lado el gas ruso. Del que curiosamente
incrementa su consumo España que hace el lila por enemistarse con Argelia.
Verde es también el color del uniforme de los ejércitos de la OTAN, por el que
incrementa Alemania a marchas forzadas su ejército, lo que le obliga a disponer
de ingentes reservas de petróleo que es la energía que mueve a las máquinas de la guerra.
Ensayo de mortalidad del organismo Daphnia en agua con microplásticos (F. Wikicommons) |
Después, derivado de la agenda 2030, tenemos en vilo la seguridad alimentaria, uno de los pilares sobre los que se fundamentó el mercado común de la antigua CEE. Simplemente observe como se exige a los agricultores y ganaderos unos compromisos ambientales que no cumplen muchas de las exportaciones; no se equivoque, no es porque sean países subdesarrollados, autoritarios e insensibles al medio ambiente y la salud, son los EE. UU. o el mismo Canadá que lidera las exportaciones de lentejas gracias a adaptar el cultivo a su clima inadecuado con el herbicida cancerígeno glifosato. No hay explicación más sencilla: el mercado por encima de nuestra salud y la del medio ambiente. ¿Aún cree en las ODS? Es más, esta política nos concentra en núcleos urbanos, lo que agrava el problema ambiental. La legislación ambiental europea está cada vez mas enfocada a polarizarse en dos mundos antagónicos, el urbano para los humanos y sus mascotas y el rural para la vida silvestre. Deje a un lado que tengamos políticos cada vez más ineptos, preocúpese porque son más falsos e inmorales.
8.- Imaginarios, puesto que no son visibles, no en sentido peyorativo, por contraposición al mundo físico y material, ya que forman parte de las ideas o ideologías actuales. Quizá sean creaciones que oculten las intenciones de cambiar nuestra realidad, como ciertos hábitos de consumo que no se justifican por la lucha contra el calentamiento global. Por ejemplo el uso del hidrógeno o el coche eléctrico. Se confunde haciéndolos ver como fuentes de energías limpias, puesto que no son fuentes de energía, solamente un medio de transporte y comercialización de la energía.
Sin embargo sí que aparece con renovado entusiasmo una energía nuclear de fisión (la única disponible por cierto) repintada como “verde”, aunque es curioso que otros la ven de color de rosa (la idea se origina en Francia, como la canción). Siempre se cae en los mismos planteamientos globalistas, no puede ser casualidad: las minas de uranio están fuera de Europa y la extracción plantea gravísimos problemas de salud y ambientales en países de escasa sensibilidad al respecto. No obstante siempre quieren hacernos olvidar los costes públicos de una energía ni renovable ni limpia ni económica. ¿Es éticamente admisible que el coste de control y seguridad de los residuos se traslade por generaciones como una carga? Espero que no se busque su salida como munición de guerra (uranio empobrecido).
Las energías realmente renovables vendrán a mejorar nuestras vidas o no lo harán, habría que ponderar sus supuestos beneficios de reducción del CC ya que todas tienen un lado oscuro, a veces lejano y por eso no bien ponderado, como la apertura de miles de nuevas minas para extraer los metales necesarios para las nuevas tecnologías verdes en países con sensibilidad ambiental inversa entre la escasa de sus gobiernos y su población escasamente protegida. Pero a nuestros ojos, por ejemplo, la energía solar está en detrimento de cultivos básicos como los cereales o el olivar, además de la pérdida de biodiversidad por cubrir los campos con cemento y cristal; la eólica es una verdadera trituradoras de aves. En términos globales, son pérdidas que generan una mayor dependencia exterior alimentaria y graves consecuencias sobre la fauna, vegetación, hidrología y microclima local. Para entender lo que nos está pasando como sociedad reflexionemos sobre la evolución de nuestra conciencia ambiental y la contradictoria realidad física. Es una disfunción ética y lógica, puesto que jamás estuvimos más concienciados con la reutilización y el consumo de productos locales de la huerta (“kilómetro cero”); mientras que jamás hemos consumido como ahora envases de plástico, metal y vidrio no reutilizable; porque jamás antes hemos consumido menos productos locales y más productos básicos que ahora llegan de los confines del mundo: patatas de Israel, naranjas de Sudáfrica, aguacates de Perú, aceite de oliva de Marruecos, legumbres de Norteamerica, ajos de China, etc.; bajo acuerdos comerciales para vender coches, electrodomésticos o tal vez armas.
El herbicida "agente naranja" producido por el gigante Monsanto sobre el bosque de Vietnam. Entre otras causas en diferido, más de medio millón de niños nacieron con malformaciones. |
9.- Olvidamos que los peores desastres ambientales han sido las guerras como la Segunda Guerra Mundial. Es algo incomodo para los ecologistas, ya que muestran la enorme capacidad de la naturaleza de absorber los impactos, o tal vez, que somos incapaces de ver las consecuencias de miles de mareas negras, solamente de mercantes en el Atlántico norte. O cientos de pruebas nucleares junto a la actual atracción turística de Las Vegas.
10.- La ecología nació como una ciencia de síntesis con la pretensión de tener visión holística. La complejidad, como las dinámicas del caos, han llevado a una abstracción muy grande de lo que pudiera entenderse como un sistema global. La alternativa de tipo moral o filosófico ha sido el ecologismo, con implantación en la política. Tanto la ciencia como la ideología activista, están impregnadas por el escrúpulo de dejar de lado la moderna influencia antrópica, esto nos confunde pues nos hace creer en un mundo ideal que no existe (ver la referencia a la fitosociología en la entrada CATASTROFISMO CLIMÁTICO), ni ha existido pues la influencia del ser humano sobre los ecosistemas era ya evidente al menos desde el Neolítico. Esto abre la puerta a un debate que rebasa a las ciencias experimentales y se adentra en la filosofía. ¿Debemos de dirigir el destino del Planeta? Esto es lo que subyace con el CC, puesto que la derivada del planteamiento de lucha contra el CC es precisamente ser consecuentes con nuestras acciones sobre el planeta. Detrás de esta intención se encuentra el paternalismo hacía el planeta explicitado en la frase “Salvemos al Planeta”.
11.- En el discurso climático, habría poco interés a la hora de analizar modelos matemáticos si no hubiese entrado la visión predominante de la economía, un ámbito académico de claros intereses que empujan en el sentido ideológico buscado: «El presidente del IPCC, el economista hindú Rajendra Pachauri, y otros destacados miembros de este organismo, han visto con buenos ojos la “emocionalización” del cambio climático que están propiciando muchos medios de comunicación y destacadas personalidades políticas, como Al Gore, cuyo reciente documental Una verdad incómoda se aplaude sin mucho rubor, pese a los errores y ambigüedades que todos reconocen que contiene» (Fernando Peregrin, 2007). Actualmente el presidente del IPCC es el también economista Hoesung Lee.
12.- Ya quisieran, pero el poder que mueve estos hilos solamente tiene capacidad de someter a occidente porque así lo quieren nuestros líderes, de hecho ya es así en materia económica. Ahora quieren tener también la satisfacción de tener el control social del autoproclamado centro del mundo. Lo curioso es que entonces el vanidosos, engreído e individualista occidente quedará culturalmente aislado y deprimido, con una juventud narcotizada condenada por otras a las que les resbala nuestra supuesta superioridad moral como el Islam o las potencias asiáticas. De no despertar, la cultura occidental tal como la conocemos, con su virtudes y defectos, está condenada a desaparecer en un plazo no muy largo.
13.- La restauración al estado anterior es por otro lado imposible siguiendo los principios más elementales de la física, en este caso el segundo principio de la termodinámica que implica la irreversibilidad de los procesos naturales.
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