domingo, 6 de noviembre de 2022

EL AGUA DEL REGADÍO NO CAE DEL CIELO

 

Campañas en los grandes medios de sensibilización para ahorrar agua; señalamiento al ciudadano por un consumo poco responsable; advertencia de las consecuencias del cambio climático… ¿Quién es el responsable de la sequía? Tengo la impresión que hay una intencionada dispersión del foco.



El sector agrícola es el mayor consumidor de agua en la España mediterránea (1). Se trata además un uso consuntivo, lo que es algo fundamental en la planificación hidrológica. Esto significa que el agua, una vez usada, no se devuelve al medio donde se ha captado, ni de la misma manera que se ha extraído. Mientras que la mayor parte del agua consumida por la industria y en los hogares se devuelve y puede reutilizase tras su depuración, de hecho en lugares como Andalucía, los campos de golf se riegan (por obligación legal) reutilizando aguas depuradas.

Por tanto, el foco habría que ponerlo en la agricultura intensiva. ¡Absolutamente! En toda el área mediterránea ésta es precisamente la parte fundamental de la política del agua; de hecho, el regadío no precede a las infraestructuras sino que es consecuencia de ellas. Justo lo contrario de lo que veo en los medios cuando aparece la sequía y llegan las restricciones, no se culpa sino victimiza al sector señalando a la falta de infraestructuras, incluyendo las desaladoras.

Y es aquí en donde venimos a indicar con claridad la raíz de la sequía.

La agricultura de secano padece de la sequía cuando no llueve. Esto es obvio –causa y efecto-; pero, el regadío depende de las infraestructuras públicas, como embalses, bombeos y canalizaciones. Incluso escapando al ciclo hidrológico, ya que últimamente se usa el agua del mar con las desaladoras, que ambientalmente no es tanto el regar con agua del mar como regar con energía. Rompiendo dos equilibrios, el del mercado y el de las cuentas públicas, puesto que el coste de la desalación es inasumible sin ayudas públicas (2). Cabe preguntarse hasta dónde puede ser asumida una trampa a las normas impuestas por la naturaleza, tan cara en términos económicos y ambientales.  Todo esto significa que la escasez de agua es la consecuencia final del incremento de costosas infraestructuras hidráulicas que pagamos todos. Por no hablar del deterioro de la calidad del agua para el consumo en nuestros hogares derivado de la contaminación por agroquímicos además de por la sobreesplotación.  Y es que, con nuestros impuestos, se promueve el incremento del regadío de forma tan acelerada, que en las últimas décadas se asemeja ya mucho al efecto burbuja conocido del ladrillo.

Por último, si usted piensa que la moderna agricultura merece todo esta atención por parte de los gobernante al crear puestos de trabajo y asegurarnos la alimentación. Entonces para lo primero miren las estadísticas de los jornales generados, pues la mayoría se cubren con personas que han de traerse de otros países por falta de mano de obra local. Para lo segundo piense en productos de primera necesidad como las legumbres, mire las etiquetas de marcas españolas e identifique de dónde vienen las lentejas y garbanzos. Sorpréndase como un cultivo mediterráneo puede ser comercialmente competitivo en la fría y húmeda Canadá en donde se recurre al secado con glifosato (3) llevando este herbicida tóxico a su mesa.

Notas:

(1)Según asignaciones del actual plan hidrológico para la agricultura (fuente MITECO)

Júcar 78%

Segura 83%

Guadalquivir 87%

Guadiana 86 % (dato exclusivamente para el regadío)

(2) Si echamos cuentas tampoco el coste del agua de los regantes que tiene su origen en los embalses viene a cubrir los costes de las infraestructuras creadas y mantenidas por la administración del agua. Podemos hablar que la inversión pública se amortiza socialmente por la riqueza creada, puestos de trabajo, fijación de población en zonas rurales… pero esto es otra cuestión discutible en detalle según el lugar.

(3)A principios de 2012 se aumentó el límite máximo de residuos de glifosato en lentejas, no porque ningún estudio científico hubiera demostrado que este herbicida no era tan peligroso como se pensaba antes, sino con el fin de "acomodar el uso autorizado del glifosato para secar las plantas de lentejas en Estados Unidos y Canadá", es decir, por motivos puramente comerciales.

 ver https://www.ccoo.es/cf089f5ee22ced87a15305a825155072000051.pdf

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