lunes, 2 de junio de 2025

¡ADÓNDE VAS EUROPA!

 Cuando los líderes llevan al pueblo hacía el abismo, puede suceder que el guía esté loco, desnortado, incluso que todos estuviesen enajenados, podría ser; pero lo más probable en nuestro caso es que sigan el camino balizado por un flujo tan fuerte, constante y natural como la gravedad que nos empuja al suelo. A él se refería Quevedo como “Don Dinero”, siendo sus manejos muchas veces tan perversos y repugnantes que preferimos que nos oculten la realidad con ideales como la fraternidad, solidaridad, bondad, o caridad; en consecuencia, como en el símil físico, ignorarlo nos hace perder la estabilidad y caer. Precisamente en lo que está la Europa, que orgullosa da lecciones al mundo acerca de derechos, libertades y bienestar; débil al  edulcorar la realidad con florituras poéticas o fantasías infantiles, pierde el pulso, la compostura, ante el poder económico que está detrás de las grandes campañas: revacúnate, cómprate un coche eléctrico, el euro digital, el rearme… Está a la vista de todos, abarca a todos los ámbitos sociales, como la calidad de vida, el trabajo, la convivencia, la seguridad e incluso la paz. Este es el camino de dilapidar todo nuestro acervo común. En este sentido alguien dijo que tiempos duros hacen hombres duros y tiempos cómodos hacen hombres blandos. Y estamos dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias aquello que conseguimos con grandes sacrificios; pero no ocurre así con el confort que nos ha sido dado, que fue fruto del esfuerzo y la lucha de nuestros padres o abuelos.






Foto de Ryutaro Tsukata (Pexels.com)



 La sociedad que hace décadas presumía de ser la luz de occidente, una vez se instala la creencia que los derechos básicos ya cubiertos no van a faltar nunca (grave error), abandonan el mantenimiento de la herencia recibida y se centran en alcanzar nuevos derechos. Esto que parece lógico esconde sin embargo una patética realidad, pues mientras luchamos por ideales etéreos dejamos se debiliten nuestras bases, nuestros cimientos como sociedad. Como en un estúpido juego, se apuesta todo en una lotería que no puedes ganar. Siendo así que ingenuamente creemos que vamos a salvar al planeta cuando somos ya incapaces de salvarnos a nosotros mismo.

 De igual forma que el loco se cree un iluminado por la verdad, el estúpido se cree iluminado por la inteligencia. Cuando se juntan ambos se crea algo parecido a lo que el filósofo Gustavo Bueno llamó el pensamiento Alicia por la protagonista infantil de la novela del matemático Lewis Carroll. Se trata en suma de un pensamiento pueril, en el que no existen límites o cosas imposibles. El deseo ha sustituido a la realidad que se disfraza de relatos similares al credo religioso, vacuos, etéreos, narcóticos. Los gobernantes han adaptado su discurso a párvulos. No lo confunda con la utopía, no es una filosofía inocua. Es la acción política para la alienación del ciudadano, incluso imponiendo una visión contraria a la realidad física y natural, como forma de control social por parte de unas élites económicas.

 Este credo está plasmado en la Agenda 2030, aparece cargada de razones elevadas como “fin de la pobreza”, “hambre cero”, “salud y bienestar” o “paz, justicia e instituciones sólidas”, etc. Es una construcción de ingeniería social muy bien elaborada para que sea incuestionable y asimilable a las masas a través de un lenguaje infantil de iconos coloridos En cierto modo se trata de manejarnos como si fuésemos ganado, esto es aprovechando sus querencias, de tal forma que nos hacen creer que no llevan hacía donde queremos. ¿De dónde viene esta agenda? Se trata de una élite cuyo fin es la plutocracia que nos ha conducido al globalismos consiguiendo incluso engañar a la izquierda al hacerles creer que el globalismo es progresista y no el último fin del capitalismo.

 En consecuencia es el pensamiento dominante hasta el extremo de volverse una ideología sistémica, asimilada por la mayoría europea de socialdemócratas y conservadores, como agenda común; que contrasta con la permanente riña domestica de los políticos y escasa entrega en la propia defensa nacional. Debe ser que el principal mérito por el que ascienden los cargos a la UE sea dar muestras de  sometimiento. En todo caso, la manera más efectiva de adoctrinar a la población en contra de sus propios intereses es la propaganda, en donde están los medios de comunicación subvencionados con dinero público. También  cargos políticos y vecinos fanáticos ejercen la coerción social y moral, de la que es difícil escapar.

 Si el centro político mayoritario ha asimilado  la agenda, resulta muy llamativo observar como los posicionados en los extremos del espectro ideológico son unos radicales inofensivos para este poder. Ya que su rebeldía se centra precisamente en la misma categoría de  aspectos etéreos como la transición ecológica, el cambio climático, la identidad de género, la religión, la igualdad… Mientras que los verdaderamente subversivos, son ciudadanos ajenos a la política, que usan el pensamiento crítico, son juiciosamente escépticos o simplemente muestran reticencias a comulgar con ruedas de molino, son denominados “negacionistas” para ridiculizar su actitud como si fuesen fanáticos.

 Una sociedad que no es consciente del engaño, de la manipulación,  genera ciudadanos serviles que pierden fácilmente toda dignidad humana. Quizá la perversión más grande se da cuando se señala al disidente como si fuese un hereje al que hay que callarle la boca. Pues la democracia es inversamente proporcional a estos señalamientos y directamente proporcional a aquellos que reaccionan a favor del respeto a la libre exposición de los puntos de vista diferentes. Nada nuevo entre los españoles,  ya lo dijo Machado: "De diez cabezas, nueve embisten y una piensa".

 Un ejemplo es la obstinación de luchar contra un gas inocuo y ecológicamente vital como el dióxido de carbono. ¡Salvemos el planeta!  ¿De qué? Tú contaminas con tu consumo mucho más que un ciudadano medio del planeta, con sustancias realmente tóxicas, pero no te enfrentas a la realidad de dónde vienen lo metales, los productos químicos con los que te comunicas, juegas, te desplazas a diario, te vistes y te alimentas.  Nosotros somos sumideros de materias primas de todo el globo y generamos residuos y toxinas para todo el globo. ¿Realmente puedes creer que el problema es el gas de los refrescos?

 En realidad es bastante contradictorio cuando tertulianos que no tienen formación científica levantan la voz y espetan: “lo dice la ciencia”. Pero incluso cuando el que habla es científico. ¿Desde cuándo en las facultades se dan carnet de honestidad? Es obvio, hay científicos que viven de esto.

 

 

La crisis poblacional

 Es la obligación de nuestros políticos solucionar los problemas presentes, en todo caso, del futuro más cercano, entiéndase dentro del horizonte de la legislatura o gobierno. Más allá es una ilusión sin beneficio directo para los gobernantes, como es lo cotidiano de hablar de las consecuencias climáticas o  demográficas  para finales de siglo, pero que tampoco presenta el inconveniente del escrutinio o fiscalización.

 Es un sinsentido arreglar el futuro mientras estropeamos el presente, como ocurre con el problema del envejecimiento. El discurso mainstream nos alerta de las graves consecuencias de ser un país tan envejecido, lo hace la izquierda, lo hace la derecha. Entonces ¿por qué no hacen nada efectivo, sino justamente vienen tomando medidas que agravan el problema? No puedes planificar obligando a tener hijos, pero bien podrías evitar la coerción social para que los jóvenes no puedan formar familia. En todo caso tendríamos que asumir las consecuencias, como por otro lado deberíamos hacer con el asunto climático. No; nuestros gobernantes trabajan activamente para que tener hijos sea un problema. Para luego presentar una solución que no es la lógica, traer emigrantes, en lugar de promover medidas para animar a la gente a formar familia. El problema es que estos emigrantes, tal como vemos en Francia, Bélgica o Suecia, no vienen a integrarse dentro de nuestros valores, sino a imponer los suyos.

 Por tanto se ha demostrado que realmente la inmigración puede destruir la paz social, que es un problema de primer orden mientras que una sociedad envejecida puede ser feliz, activa y productiva, ya lo hemos demostrado. Por tanto es ridículo plantear esa imperiosa necesidad de salvarnos con la incorporación de jóvenes, como tampoco reducir el problema a la dedicación  o el gasto que tienen los hijos,  cuando el vacío familiar se llena con perros y gatos adoptados, que requieren de atenciones semejantes.

 

Ingeniería social

 Someter a la población requiere que ésta sea masa, no un conjunto de ciudadanos diferenciados con capacidad autónoma para pensar. Para ello el poder busca coartar el dialogo y la capacidad para el intercambio de ideas mediante la inculcación de principios radicales,  que generen aversión por el contrario. Es paradójico el uso de este principio por parte de la izquierda llamada progresista, ya que es idéntico al ejercido por movimientos totalitarios fascistas o integristas, de señalamiento y ataque a aquel simplemente por ser de una etnia o religión distinta, hasta el extremo que se deshumaniza al señalado.  La ruptura del canal de información por razones ideológicas hace que la opinión del disidente se interprete como una provocación, generando una retroalimentación tan perversa como absurda, hasta el extremo de pretender hacer punible como “delito de odio” una opinión sincera y desapasionada a causa de una valoración subjetiva generada precisamente desde el miedo y el odio.

 Estamos ante creadores de nuevos derechos supremos que generan falsos problemas, para retroalimentarlos en lugar de encontrar su solución. Buscan el enfrentamiento social, son incendiarios que se hacen pasar por bomberos para disfrutar mejor del desastre del fuego, hasta el extremo más ridículo, como es el género. Así, por ejemplo, se tira por tierra la objetiva igualdad en derechos entre varones y mujeres en la que razonablemente fuimos educados acabando con uno de los más preciados principios del derecho como es la presunción de la inocencia, mientras piden respeto a la cultura patriarcal de los emigrantes que no respetan a las mujeres y las someten como seres inferiores. Condenan la prostitución, pero pretenden adelantar el conocimiento del sexo en los niños, o reducir la edad legal de los menores para mantener relaciones consentidas con adultos.

 Dicen una cosa pero el resultado es lo contrario. Dicen ser marxista, estar con la clase trabajadora y se les cae la baba con los dirigentes del partido demócrata americano y por la misma cultura de los muy capitalistas e imperialistas USA. Viven en la incoherencia, se hacen ricos, son hedonistas y sibaritas, pero quieren que seamos pobres y, para colmo, felices. Siguiendo su ejemplo nos vuelven arrogantes, falsos, dementes, incultos, despreciando la experiencia y el mérito.

 Resulta irónico que estemos perdiendo lo más básico, de la mano de los mismos que crearon las ODS,  como proteger la seguridad alimentaria, la energía, la sanidad, el agua, la justicia, trabajo o la educación. Así, mientras se habla de productos de proximidad nos han introducido en una globalización que hace que los productos de nuestra mesa vengan cada vez más de otros continentes, con el consiguiente consumo energético extra; o que, no tuviésemos en la pandemia, básicos como las mascarillas; que tengamos la amenaza de otro apagón;  o que  quememos más que antes gas o carbón (en el caso alemán). Mientras se lucha por la descarbonización, hundimos la industria del automóvil y abrimos la puerta a los eléctricos chinos, país en que se quema carbón como si no hubiese un mañana. El eslogan “SALVEMOS AL PLANETA” (¿mañana?), esconde la realidad de las energías renovables que llevan a la mayor extracción (hoy) de recursos que jamás se había visto, en condiciones muchas veces deplorables en países en conflicto.

 De los mismos que practicaban la cultura bonobo, de practicar el sexo no la guerra, al  enfrentamiento por cualquier razón para vivir en la paranoia. Un proceso de sometimiento social que en términos militares se conoce como el aprovechamiento del éxito. ¡Otra ronda de banderillas que las pagamos todos!  Se aprovecharon de nuestra debilidad, para hacer el  negocio del siglo y continúan manteniendo el discurso de lo bien que se hizo, y se ríen en nuestra cara pues han puesto a la cabeza de la UE a la misma responsable que, además, no hemos votado. No van a parar, ahora quieren que tengas el “kit de supervivencia de 48 horas” para que estés preparado para lo próximo,  puedes ser, dicen, el eco desastre, o la guerra nuclear. Ahora el gran gasto será en tanques y aviones, que me consta que contaminan muchísimo.  Si solo fuese humo. Será un gasto público insostenible, que hará que nuestra vida dependa de los fondos financieros  que tendrán ya el control del euro digital; todos llevaremos nuestra tarjeta de supervivencia para comprar el pienso del racionamiento.   Mientras nuestro  jamón y nuestro vino serán un lujo que consumirán nuestros dirigentes europeos y a sus señores.

 

 El problema ambiental

 La crisis del cambio climático se usa como medio de reconversión social. El coche eléctrico es un ejemplo de ello. Es sorprende como la sociedad traga con la doctrina de la electrificación o el hidrógeno verde. A pesar de sus fracasos, pues es el paraíso del pensamiento Alicia: la creencia de modificar la realidad por mero voluntarismo.

 Cuando Zapatero gobernaba, se potenció tanto la energía solar, que se consiguió que las plantas solares produjeran energía en horas nocturnas. Este absurdo, fue la consecuencia de primar tanto esta energía que se colocaron generadores de gasóleo para meter en la red electricidad (aunque fuese un fraude). Este es un claro ejemplo de dopar al sistema para que obtengas resultados políticos, desastrosos para el erario público (hay importantes demandas sobre el estado español de grandes fondos extranjeros como se cuenta en otra entrada). Si esto ocurrió con un negocio privado, imaginen la administración o  las empresas públicas dominadas en el campo de la energía, no por ingenieros con experiencia, por políticos sean iletrados, letrados, filósofos o científicos sociales. Así nacen ideas tan peregrinas como la ciudad de los 10 minutos. Échese a temblar, si pretenden que sea cierto pues no conocen el límite de los materiales, para ellos todo es elástico.  Ya solo falta que aparezcan otra vez los locos del movimiento perpetuo. Pues con las cosas de comer no debería de haber engaños, pero mire lo que pasó con el apagón, no reconocerán su error nunca.

  Es así como impulsan un inventó tan antiguo como coche eléctrico que antes nadie querría, y ahora se vende no porque nos guste más, de hecho presenta actualmente serias limitaciones y es más caro. El 8 de junio de 2022, el Parlamento Europeo acordó la prohibición de la venta de vehículos de gasolina y diesel para el 2035. Pero, ¿alguien cree que sea sensato para dentro de 10 años cambiar por decreto todo el parque de automóviles europeo? Piense solamente en la montaña de cientos de millones de coches a la chatarra y en los recursos necesarios para reemplazarlo por otros cientos de  millones de coches. ¿Qué coste ambiental puede tener esto? Le recuerdo lo que pasó con las bombillas de bajo consumo, que fueron millones de euros los gastados por ayuntamientos para cambiar el alumbrado con sobrecostos (la oferta no era tan flexible como la demanda) cuando era ya una tecnología obsoleta pues estaban apareciendo las luces leds.

 Pues igual que entonces pretenden que creamos que es lo correcto cuando los que realmente saben del tema, están más bien callados. Solamente ahora los intereses de la automoción europea muestran su preocupación, pues siendo líderes en ventas de coches térmicos ven que el cambio les perjudica totalmente. El coche eléctrico es una máquina extremadamente simple que cualquiera puede replicar,  no así su batería cuya tecnología viene de oriente. Mal consuelo es pensar que las baterías actualmente son muy caras, ineficaces y peligrosas. Pues esta realidad hace más dolorosa aún la crisis de la automoción cuando precisamente se habían alcanzado los más altos logros en rendimiento y reducción de la contaminación de los motores diésel o de explosión, por no hablar de la probada sustitución en estos mismos motores de los combustibles fósiles por otros vegetales renovables (biodiesel, alcoholes).

 

Foto de Alexander Zvir (Pexels.com)

 



La pérdida de la seguridad

Tal vez el miedo nos haga más dóciles, pero también más desconfiados. Y la desconfianza es la muerte, en definitiva, del bienestar social.

El intervencionismo en la producción a favor de la globalización nos coloca en una desprotección elevada a los consumidores. Sabemos que el negocio se incrementa al aparecer la escasez. Sabemos que nos vuelven dependientes de poderes lejanos ajenos a  tu voto.

 El globalismo ha torcido los intereses geoestratégicos europeos, el actual enfrentamiento con Rusia es ejemplo de ello. Más aún, condicionan nuestra seguridad nacional. Ejemplo es el apagón de 28 de abril, un fenómeno estructural de un sistema interconectado  e intervenido. Es algo parecido a que se decidiera que todo la fruta y verdura la comercializadora una empresa. Entonces, supongamos que por un boicot no se comercializará y en la tienda no pudieras comprar los tomates que se producen en tu huerto, porque está prohibido el autoconsumo y has de comprar otros que llegan de cientos de kilómetros. En este caso se da la circunstancia que a la hora del apagón, la producción eléctrica renovable era muy alta (medio día) y esta energía tiene la prioridad. Pero esta producción verde no es elástica para cubrir las necesidades como tampoco proporciona la frecuencia de la red, es necesario del respaldo de energías que den estabilidad como nuclear, hidráulica o ciclo combinado (gas natural). De hecho se comienza antes la restitución del flujo eléctrico gracias a la energía nuclear de Francia y la térmica de carbón de Marruecos.

  Es inquietante pensar si esto hubiese ocurrido cuando, según se pretende, todos los transportes, consumos energéticos, industriales y urbanos hubiesen sido eléctricos o dependientes de la electricidad como el hidrógeno. Si el agua del grifo viniera de la desalación, como se apuesta por ciertos dirigentes, que depende de la electricidad. Si ya hubiesen prohibido el dinero físico y solamente hubiese digital como quiere imponer la UE. Son riesgos inasumibles para cualquier estado, pero la respuesta del Gobierno es inquietante: puede volver a pasar.

 


Foto de Yevhen Sukhenko (Pexels.com)

 


 Europa como nación y la vuelta del belicismo

 Es de suponer que en todo proceso de degeneración social hay un límite. Lo preocupante es que haya de llegarse al extremo fatal para volver a la cordura.

 Después de la segunda guerra mundial los europeos hemos vivido el periodo de paz más largo. Solamente hubo un conflicto en los Balcanes que no es sino la reminiscencia de las cuitas anteriores. Podemos observar como Europa no solamente no se ha estado construyendo en estos años, al contrario de los discursos perversos por esta contradicción, la idea de una Europa de intereses comunes, por encima de los intereses nacionales, está en claro retroceso por los mismos intereses nacionalistas de antaño. Singularmente observe como ahora pretende liderar el rearme bélico antirruso de la UE el mismo Reino Unido que renegó de la UE. Recordemos que fue el primer ministro Boris el que empujó a Zelensky al abismo, al animarle a no pactar con Rusia un acuerdo para evitar la guerra. No conviene olvidar que es la ruptura de la neutralidad de Ucrania, dispuesta a acercarse a la OTAN  la razón lógica para la acción rusa. Mientras que son intereses económicos (minería y agricultura básicamente) los que mueven a Europa. Puesto que es obvio que culturalmente o políticamente, tenemos los europeos la misma afinidad por un ucraniano que por un ruso, realmente muy poca; entre ellos, ucranianos y rusos, sí que hay una afinidad total.

 Pensemos un momento adónde vamos cuando cae la economía, sube la deuda y se responde incrementando el gasto militar.  En la expresión popular “estar entrampado”. O lo que es lo mismo, estar cogido o pillado y perder la capacidad de decisión. Ser dependiente o esclavo de terceros.

 En este sentido, si hubiese una mente brillante detrás (cosa que dudo) la apuesta por el coche eléctrico obligatorio en Europa, no tendría un objetivo ambiental global; contrariamente sería la forma para llevarnos a un desastre local sin precedentes (¿recuerdan “el gran reseteo”?). Para el ciudadano es difícil asimilar lo brutal que es en términos ecológicos esta crisis. Quiero decir que nada será ya como antes en todo el planeta, pero para los europeos  se ha dado la vuelta a la tortilla. Sencillamente hemos acelerado dramáticamente un proceso que empezó con la globalización cuando nos hacían creer que había que ayudar al resto del mundo comprándoles de todo, para engordar el beneficio de los comerciantes intermediarios a costa de la explotación de los trabajadores de esos pueblos. Quizá este sea el ataque más perverso a los trabajadores perpetrado con el beneplácito de los sindicatos. Hasta el punto de usar la mano de obra extranjera como mercancía (caso de los emigrantes que vienen de temporeros a los invernaderos).

La misma hipocresía de los que favorecen el enriquecimiento de traficantes sin escrúpulos, de personas que luego formaran guetos al no integrarse. Pero respetan las costumbres de los países de origen, cuando vienen huyendo de las consecuencias de esas mismas costumbres. Cuando respetas al que no te respeta, entonces das a entender que te humillas.

 

 Nuevo credo

 Deberíamos estudiar la historia, pues nos proporciona pistas del futuro. Alguien dijo que la historia nunca se repite, pero rima.

 Durante la mejor época de la pax romana había confianza en las  instituciones y las gentes debieron de sentir que aquello funcionaba independientemente de dónde estuvieras, pues todo era Roma. En algún momento la corrupción, el nepotismo y la pérdida de seguridad lo arruinó todo. En occidente, los pueblos germánicos que ya tenían el poder militar como tropas mercenarias, se hicieron con el poder por la fuerza y pueblos como los hispanorromanos tuvieron una experiencia vital complicada.  La inseguridad produjo el reforzamiento en la fe hasta al punto de entregar la vida por Dios. Superamos, no sin grandes sobresaltos no tan lejanos, esta forma radical de sentir la religión que sin embargo perdura en otros países de religión islámica y es incompatible con nuestro sistema de valores democráticos.

 La cuestión, que preocupó al filósofo Stuart Mill, es que el ser humano necesita de la religión incluso cuando sabemos que se trata de una convención. En una sociedad son necesarias, igual que las leyes, las convenciones morales. Y ninguna de éstas es más sólida que las basadas en fundamentos religiosos.

Por tanto una sociedad descreída, necesita cubrir este vacío. Por eso cuando se ataca a nuestras raíces cristianas, y no se hace lo mismo con la musulmana, resulta evidente que se está favoreciendo que se sustituya la moral cristiana por la musulmana. De igual forma que cuando se socavan los símbolos de una nación, tendrá como consecuencia que pases a ser otra nación.

 Actualmente pretenden hacernos confesar con doctrinas europeas, basadas en ideologías huecas, el credo es la agenda 2030. Muy buenos principios para tener fe,  coartada para modificar nuestra forma de vida, siempre que vivamos aislados, como en un convento.

 

Como la realidad no es así, en un mundo interconectado, estaremos ilusionados; pero otros quemarán el petróleo que no quememos y comerán la carne que no comamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

NEGACIONISMO ECOLÓGICO

  LA CAUSA QUE ESTÁ DETRÁS DE LOS GRANDES INCENDIOS FORESTALES Esta es la opinión de ingeniero forestal que ha trabajo durante tres décadas ...