Cuando los líderes llevan al
pueblo hacía el abismo, puede suceder que el guía esté loco, desnortado,
incluso que todos estuviesen enajenados, podría ser; pero lo más probable en
nuestro caso es que sigan el camino balizado por un flujo tan fuerte, constante
y natural como la gravedad que nos empuja al suelo. A él se refería Quevedo
como “Don Dinero”, siendo sus manejos muchas veces tan perversos y repugnantes
que preferimos que nos oculten la realidad con ideales como la fraternidad,
solidaridad, bondad, o caridad; en consecuencia, como en el símil físico,
ignorarlo nos hace perder la estabilidad y caer. Precisamente en lo que está la
Europa, que orgullosa da lecciones al mundo acerca de derechos, libertades y
bienestar; débil al edulcorar la
realidad con florituras poéticas o fantasías infantiles, pierde el pulso, la
compostura, ante el poder económico que está detrás de las grandes campañas:
revacúnate, cómprate un coche eléctrico, el euro digital, el rearme… Está a la
vista de todos, abarca a todos los ámbitos sociales, como la calidad de vida,
el trabajo, la convivencia, la seguridad e incluso la paz. Este es el camino de
dilapidar todo nuestro acervo común. En este sentido alguien dijo que tiempos
duros hacen hombres duros y tiempos cómodos hacen hombres blandos. Y estamos
dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias aquello que conseguimos
con grandes sacrificios; pero no ocurre así con el confort que nos ha sido
dado, que fue fruto del esfuerzo y la lucha de nuestros padres o abuelos.
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Foto
de Ryutaro Tsukata (Pexels.com)
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La sociedad que hace décadas
presumía de ser la luz de occidente, una vez se instala la creencia que los
derechos básicos ya cubiertos no van a faltar nunca (grave error), abandonan el
mantenimiento de la herencia recibida y se centran en alcanzar nuevos derechos.
Esto que parece lógico esconde sin embargo una patética realidad, pues mientras
luchamos por ideales etéreos dejamos se debiliten nuestras bases, nuestros
cimientos como sociedad. Como en un estúpido juego, se apuesta todo en una lotería
que no puedes ganar. Siendo así que ingenuamente creemos que vamos a salvar al
planeta cuando somos ya incapaces de salvarnos a nosotros mismo.
De igual forma que el loco se
cree un iluminado por la verdad, el estúpido se cree iluminado por la inteligencia.
Cuando se juntan ambos se crea algo parecido a lo que el filósofo Gustavo Bueno
llamó el pensamiento Alicia por la protagonista infantil de la novela del
matemático Lewis Carroll. Se trata en suma de un pensamiento pueril, en el que
no existen límites o cosas imposibles. El deseo
ha sustituido a la realidad que se disfraza de relatos similares al
credo religioso, vacuos, etéreos, narcóticos. Los gobernantes han adaptado su
discurso a párvulos. No lo confunda con la utopía, no es una filosofía inocua.
Es la acción política para la alienación del ciudadano, incluso imponiendo una
visión contraria a la realidad física y natural, como forma de control social
por parte de unas élites económicas.
Este credo está plasmado en la
Agenda 2030, aparece cargada de razones elevadas como “fin de la pobreza”,
“hambre cero”, “salud y bienestar” o “paz, justicia e instituciones sólidas”,
etc. Es una construcción de ingeniería social muy bien elaborada para que sea incuestionable
y asimilable a las masas a través de un lenguaje infantil de iconos coloridos
En cierto modo se trata de manejarnos como si fuésemos ganado, esto es aprovechando
sus querencias, de tal forma que nos hacen creer que no llevan hacía donde
queremos. ¿De dónde viene esta agenda? Se trata de una élite cuyo fin es la
plutocracia que nos ha conducido al globalismos consiguiendo incluso engañar a
la izquierda al hacerles creer que el globalismo es progresista y no el último
fin del capitalismo.
En consecuencia es el pensamiento
dominante hasta el extremo de volverse una ideología sistémica, asimilada por
la mayoría europea de socialdemócratas y conservadores, como agenda común; que
contrasta con la permanente riña domestica de los políticos y escasa entrega en
la propia defensa nacional. Debe ser que el principal mérito por el que
ascienden los cargos a la UE sea dar muestras de sometimiento. En todo caso, la manera más
efectiva de adoctrinar a la población en contra de sus propios intereses es la
propaganda, en donde están los medios de comunicación subvencionados con dinero
público. También cargos políticos y
vecinos fanáticos ejercen la coerción social y moral, de la que es difícil
escapar.
Si el centro político mayoritario
ha asimilado la agenda, resulta muy
llamativo observar como los posicionados en los extremos del espectro
ideológico son unos radicales inofensivos para este poder. Ya que su rebeldía
se centra precisamente en la misma categoría de
aspectos etéreos como la transición ecológica, el cambio climático, la
identidad de género, la religión, la igualdad… Mientras que los verdaderamente
subversivos, son ciudadanos ajenos a la política, que usan el pensamiento crítico,
son juiciosamente escépticos o simplemente muestran reticencias a comulgar con
ruedas de molino, son denominados “negacionistas” para ridiculizar su actitud
como si fuesen fanáticos.
Una sociedad que no es consciente
del engaño, de la manipulación, genera
ciudadanos serviles que pierden fácilmente toda dignidad humana. Quizá la
perversión más grande se da cuando se señala al disidente como si fuese un
hereje al que hay que callarle la boca. Pues la democracia es inversamente
proporcional a estos señalamientos y directamente proporcional a aquellos que
reaccionan a favor del respeto a la libre exposición de los puntos de vista
diferentes. Nada nuevo entre los españoles, ya lo dijo Machado: "De diez cabezas,
nueve embisten y una piensa".
Un ejemplo es la obstinación de
luchar contra un gas inocuo y ecológicamente vital como el dióxido de carbono.
¡Salvemos el planeta! ¿De qué? Tú
contaminas con tu consumo mucho más que un ciudadano medio del planeta, con
sustancias realmente tóxicas, pero no te enfrentas a la realidad de dónde
vienen lo metales, los productos químicos con los que te comunicas, juegas, te
desplazas a diario, te vistes y te alimentas.
Nosotros somos sumideros de materias primas de todo el globo y generamos
residuos y toxinas para todo el globo. ¿Realmente puedes creer que el problema
es el gas de los refrescos?
En realidad es bastante
contradictorio cuando tertulianos que no tienen formación científica levantan
la voz y espetan: “lo dice la ciencia”. Pero incluso cuando el que habla es
científico. ¿Desde cuándo en las facultades se dan carnet de honestidad? Es
obvio, hay científicos que viven de esto.
La crisis poblacional
Es la obligación de nuestros
políticos solucionar los problemas presentes, en todo caso, del futuro más
cercano, entiéndase dentro del horizonte de la legislatura o gobierno. Más allá
es una ilusión sin beneficio directo para los gobernantes, como es lo cotidiano
de hablar de las consecuencias climáticas o
demográficas para finales de
siglo, pero que tampoco presenta el inconveniente del escrutinio o fiscalización.
Es un sinsentido arreglar el
futuro mientras estropeamos el presente, como ocurre con el problema del
envejecimiento. El discurso mainstream nos alerta de las graves consecuencias
de ser un país tan envejecido, lo hace la izquierda, lo hace la derecha.
Entonces ¿por qué no hacen nada efectivo, sino justamente vienen tomando
medidas que agravan el problema? No puedes planificar obligando a tener hijos,
pero bien podrías evitar la coerción social para que los jóvenes no puedan
formar familia. En todo caso tendríamos que asumir las consecuencias, como por
otro lado deberíamos hacer con el asunto climático. No; nuestros gobernantes
trabajan activamente para que tener hijos sea un problema. Para luego presentar
una solución que no es la lógica, traer emigrantes, en lugar de promover
medidas para animar a la gente a formar familia. El problema es que estos
emigrantes, tal como vemos en Francia, Bélgica o Suecia, no vienen a integrarse
dentro de nuestros valores, sino a imponer los suyos.
Por tanto se ha demostrado que
realmente la inmigración puede destruir la paz social, que es un problema de
primer orden mientras que una sociedad envejecida puede ser feliz, activa y
productiva, ya lo hemos demostrado. Por tanto es ridículo plantear esa
imperiosa necesidad de salvarnos con la incorporación de jóvenes, como tampoco
reducir el problema a la dedicación o el
gasto que tienen los hijos, cuando el
vacío familiar se llena con perros y gatos adoptados, que requieren de
atenciones semejantes.
Ingeniería social
Someter a la población requiere
que ésta sea masa, no un conjunto de ciudadanos diferenciados con capacidad
autónoma para pensar. Para ello el poder busca coartar el dialogo y la
capacidad para el intercambio de ideas mediante la inculcación de principios
radicales, que generen aversión por el
contrario. Es paradójico el uso de este principio por parte de la izquierda
llamada progresista, ya que es idéntico al ejercido por movimientos
totalitarios fascistas o integristas, de señalamiento y ataque a aquel
simplemente por ser de una etnia o religión distinta, hasta el extremo que se deshumaniza
al señalado. La ruptura del canal de
información por razones ideológicas hace que la opinión del disidente se
interprete como una provocación, generando una retroalimentación tan perversa
como absurda, hasta el extremo de pretender hacer punible como “delito de odio”
una opinión sincera y desapasionada a causa de una valoración subjetiva
generada precisamente desde el miedo y el odio.
Estamos ante creadores de nuevos
derechos supremos que generan falsos problemas, para retroalimentarlos en lugar
de encontrar su solución. Buscan el enfrentamiento social, son incendiarios que
se hacen pasar por bomberos para disfrutar mejor del desastre del fuego, hasta
el extremo más ridículo, como es el género. Así, por ejemplo, se tira por
tierra la objetiva igualdad en derechos entre varones y mujeres en la que
razonablemente fuimos educados acabando con uno de los más preciados principios
del derecho como es la presunción de la inocencia, mientras piden respeto a la
cultura patriarcal de los emigrantes que no respetan a las mujeres y las
someten como seres inferiores. Condenan la prostitución, pero pretenden
adelantar el conocimiento del sexo en los niños, o reducir la edad legal de los
menores para mantener relaciones consentidas con adultos.
Dicen una cosa pero el resultado
es lo contrario. Dicen ser marxista, estar con la clase trabajadora y se les
cae la baba con los dirigentes del partido demócrata americano y por la misma
cultura de los muy capitalistas e imperialistas USA. Viven en la incoherencia,
se hacen ricos, son hedonistas y sibaritas, pero quieren que seamos pobres y,
para colmo, felices. Siguiendo su ejemplo nos vuelven arrogantes, falsos,
dementes, incultos, despreciando la experiencia y el mérito.
Resulta irónico que estemos
perdiendo lo más básico, de la mano de los mismos que crearon las ODS, como proteger la seguridad alimentaria, la
energía, la sanidad, el agua, la justicia, trabajo o la educación. Así,
mientras se habla de productos de proximidad nos han introducido en una
globalización que hace que los productos de nuestra mesa vengan cada vez más de
otros continentes, con el consiguiente consumo energético extra; o que, no
tuviésemos en la pandemia, básicos como las mascarillas; que tengamos la
amenaza de otro apagón; o que quememos más que antes gas o carbón (en el
caso alemán). Mientras se lucha por la descarbonización, hundimos la industria
del automóvil y abrimos la puerta a los eléctricos chinos, país en que se quema
carbón como si no hubiese un mañana. El eslogan “SALVEMOS AL PLANETA” (¿mañana?),
esconde la realidad de las energías renovables que llevan a la mayor extracción
(hoy) de recursos que jamás se había visto, en condiciones muchas veces
deplorables en países en conflicto.
De los mismos que practicaban la
cultura bonobo, de practicar el sexo no la guerra, al enfrentamiento por cualquier razón para vivir
en la paranoia. Un proceso de sometimiento social que en términos militares se
conoce como el aprovechamiento del éxito. ¡Otra ronda de banderillas que las
pagamos todos! Se aprovecharon de
nuestra debilidad, para hacer el negocio
del siglo y continúan manteniendo el discurso de lo bien que se hizo, y se ríen
en nuestra cara pues han puesto a la cabeza de la UE a la misma responsable
que, además, no hemos votado. No van a parar, ahora quieren que tengas el “kit
de supervivencia de 48 horas” para que estés preparado para lo próximo, puedes ser, dicen, el eco desastre, o la
guerra nuclear. Ahora el gran gasto será en tanques y aviones, que me consta
que contaminan muchísimo. Si solo fuese
humo. Será un gasto público insostenible, que hará que nuestra vida dependa de
los fondos financieros que tendrán ya el
control del euro digital; todos llevaremos nuestra tarjeta de supervivencia
para comprar el pienso del racionamiento.
Mientras nuestro jamón y nuestro vino serán un lujo que
consumirán nuestros dirigentes europeos y a sus señores.
El problema ambiental
La crisis del cambio climático se
usa como medio de reconversión social. El coche eléctrico es un ejemplo de
ello. Es sorprende como la sociedad traga con la doctrina de la electrificación
o el hidrógeno verde. A pesar de sus fracasos, pues es el paraíso del
pensamiento Alicia: la creencia de modificar la realidad por mero voluntarismo.
Cuando Zapatero gobernaba, se
potenció tanto la energía solar, que se consiguió que las plantas solares
produjeran energía en horas nocturnas. Este absurdo, fue la consecuencia de
primar tanto esta energía que se colocaron generadores de gasóleo para meter en
la red electricidad (aunque fuese un fraude). Este es un claro ejemplo de dopar
al sistema para que obtengas resultados políticos, desastrosos para el erario
público (hay importantes demandas sobre el estado español de grandes fondos
extranjeros como se cuenta en otra entrada). Si esto ocurrió con un negocio
privado, imaginen la administración o
las empresas públicas dominadas en el campo de la energía, no por
ingenieros con experiencia, por políticos sean iletrados, letrados, filósofos o
científicos sociales. Así nacen ideas tan peregrinas como la ciudad de los 10
minutos. Échese a temblar, si pretenden que sea cierto pues no conocen el límite
de los materiales, para ellos todo es elástico.
Ya solo falta que aparezcan otra vez los locos del
movimiento perpetuo. Pues con las cosas de comer no debería de haber
engaños, pero mire lo que pasó con el apagón, no reconocerán su error nunca.
Es así como impulsan un inventó tan antiguo
como coche eléctrico que antes nadie querría, y ahora se vende no porque nos
guste más, de hecho presenta actualmente serias limitaciones y es más caro. El
8 de junio de 2022, el Parlamento Europeo acordó la prohibición de la venta de
vehículos de gasolina y diesel para el 2035. Pero, ¿alguien cree que sea
sensato para dentro de 10 años cambiar por decreto todo el parque de
automóviles europeo? Piense solamente en la montaña de cientos de millones de
coches a la chatarra y en los recursos necesarios para reemplazarlo por otros
cientos de millones de coches. ¿Qué
coste ambiental puede tener esto? Le recuerdo lo que pasó con las bombillas de
bajo consumo, que fueron millones de euros los gastados por ayuntamientos para
cambiar el alumbrado con sobrecostos (la oferta no era tan flexible como la
demanda) cuando era ya una tecnología obsoleta pues estaban apareciendo las luces
leds.
Pues igual que entonces pretenden
que creamos que es lo correcto cuando los que realmente saben del tema, están
más bien callados. Solamente ahora los intereses de la automoción europea
muestran su preocupación, pues siendo líderes en ventas de coches térmicos ven
que el cambio les perjudica totalmente. El coche eléctrico es una máquina
extremadamente simple que cualquiera puede replicar, no así su batería cuya tecnología viene de
oriente. Mal consuelo es pensar que las baterías actualmente son muy caras,
ineficaces y peligrosas. Pues esta realidad hace más dolorosa aún la crisis de
la automoción cuando precisamente se habían alcanzado los más altos logros en
rendimiento y reducción de la contaminación de los motores diésel o de
explosión, por no hablar de la probada sustitución en estos mismos motores de
los combustibles fósiles por otros vegetales renovables (biodiesel, alcoholes).
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La pérdida de la seguridad
Tal vez el miedo nos haga más
dóciles, pero también más desconfiados. Y la desconfianza es la muerte, en
definitiva, del bienestar social.
El intervencionismo en la
producción a favor de la globalización nos coloca en una desprotección elevada
a los consumidores. Sabemos que el negocio se incrementa al aparecer la
escasez. Sabemos que nos vuelven dependientes de poderes lejanos ajenos a tu voto.
El globalismo ha torcido los
intereses geoestratégicos europeos, el actual enfrentamiento con Rusia es
ejemplo de ello. Más aún, condicionan nuestra seguridad nacional. Ejemplo es el
apagón de 28 de abril, un fenómeno estructural de un sistema
interconectado e intervenido. Es algo
parecido a que se decidiera que todo la fruta y verdura la comercializadora una
empresa. Entonces, supongamos que por un boicot no se comercializará y en la
tienda no pudieras comprar los tomates que se producen en tu huerto, porque
está prohibido el autoconsumo y has de comprar otros que llegan de cientos de
kilómetros. En este caso se da la circunstancia que a la hora del apagón, la
producción eléctrica renovable era muy alta (medio día) y esta energía tiene la
prioridad. Pero esta producción verde no es elástica para cubrir las
necesidades como tampoco proporciona la frecuencia de la red, es necesario del
respaldo de energías que den estabilidad como nuclear, hidráulica o ciclo
combinado (gas natural). De hecho se comienza antes la restitución del flujo eléctrico
gracias a la energía nuclear de Francia y la térmica de carbón de Marruecos.
Es inquietante pensar si esto hubiese ocurrido
cuando, según se pretende, todos los transportes, consumos energéticos,
industriales y urbanos hubiesen sido eléctricos o dependientes de la
electricidad como el hidrógeno. Si el agua del grifo viniera de la desalación,
como se apuesta por ciertos dirigentes, que depende de la electricidad. Si ya
hubiesen prohibido el dinero físico y solamente hubiese digital como quiere
imponer la UE. Son riesgos inasumibles para cualquier estado, pero la respuesta
del Gobierno es inquietante: puede volver a pasar.
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Europa como nación y la vuelta
del belicismo
Es de suponer que en todo proceso
de degeneración social hay un límite. Lo preocupante es que haya de llegarse al
extremo fatal para volver a la cordura.
Después de la segunda guerra
mundial los europeos hemos vivido el periodo de paz más largo. Solamente hubo
un conflicto en los Balcanes que no es sino la reminiscencia de las cuitas
anteriores. Podemos observar como Europa no solamente no se ha estado
construyendo en estos años, al contrario de los discursos perversos por esta
contradicción, la idea de una Europa de intereses comunes, por encima de los
intereses nacionales, está en claro retroceso por los mismos intereses
nacionalistas de antaño. Singularmente observe como ahora pretende liderar el
rearme bélico antirruso de la UE el mismo Reino Unido que renegó de la UE.
Recordemos que fue el primer ministro Boris el que empujó a Zelensky al abismo,
al animarle a no pactar con Rusia un acuerdo para evitar la guerra. No conviene
olvidar que es la ruptura de la neutralidad de Ucrania, dispuesta a acercarse a
la OTAN la razón lógica para la acción
rusa. Mientras que son intereses económicos (minería y agricultura básicamente)
los que mueven a Europa. Puesto que es obvio que culturalmente o políticamente,
tenemos los europeos la misma afinidad por un ucraniano que por un ruso,
realmente muy poca; entre ellos, ucranianos y rusos, sí que hay una afinidad
total.
Pensemos un momento adónde vamos cuando
cae la economía, sube la deuda y se responde incrementando el gasto
militar. En la expresión popular “estar
entrampado”. O lo que es lo mismo, estar cogido o pillado y perder la capacidad
de decisión. Ser dependiente o esclavo de terceros.
En este sentido, si hubiese una
mente brillante detrás (cosa que dudo) la apuesta por el coche eléctrico
obligatorio en Europa, no tendría un objetivo ambiental global; contrariamente
sería la forma para llevarnos a un desastre local sin precedentes (¿recuerdan
“el gran reseteo”?). Para el ciudadano es difícil asimilar lo brutal que es en
términos ecológicos esta crisis. Quiero decir que nada será ya como antes en
todo el planeta, pero para los europeos
se ha dado la vuelta a la tortilla. Sencillamente hemos acelerado
dramáticamente un proceso que empezó con la globalización cuando nos hacían
creer que había que ayudar al resto del mundo comprándoles de todo, para
engordar el beneficio de los comerciantes intermediarios a costa de la
explotación de los trabajadores de esos pueblos. Quizá este sea el ataque más
perverso a los trabajadores perpetrado con el beneplácito de los sindicatos.
Hasta el punto de usar la mano de obra extranjera como mercancía (caso de los
emigrantes que vienen de temporeros a los invernaderos).
La misma hipocresía de los que
favorecen el enriquecimiento de traficantes sin escrúpulos, de personas que luego
formaran guetos al no integrarse. Pero respetan las costumbres de los países de
origen, cuando vienen huyendo de las consecuencias de esas mismas costumbres.
Cuando respetas al que no te respeta, entonces das a entender que te humillas.
Nuevo credo
Deberíamos estudiar la historia,
pues nos proporciona pistas del futuro. Alguien dijo que la historia nunca se
repite, pero rima.
Durante la mejor época de la pax
romana había confianza en las
instituciones y las gentes debieron de sentir que aquello funcionaba
independientemente de dónde estuvieras, pues todo era Roma. En algún momento la
corrupción, el nepotismo y la pérdida de seguridad lo arruinó todo. En
occidente, los pueblos germánicos que ya tenían el poder militar como tropas
mercenarias, se hicieron con el poder por la fuerza y pueblos como los
hispanorromanos tuvieron una experiencia vital complicada. La inseguridad produjo el reforzamiento en la
fe hasta al punto de entregar la vida por Dios. Superamos, no sin grandes
sobresaltos no tan lejanos, esta forma radical de sentir la religión que sin
embargo perdura en otros países de religión islámica y es incompatible con
nuestro sistema de valores democráticos.
La cuestión, que preocupó al
filósofo Stuart Mill, es que el ser humano necesita de la religión incluso
cuando sabemos que se trata de una convención. En una sociedad son necesarias,
igual que las leyes, las convenciones morales. Y ninguna de éstas es más sólida
que las basadas en fundamentos religiosos.
Por tanto una sociedad descreída,
necesita cubrir este vacío. Por eso cuando se ataca a nuestras raíces
cristianas, y no se hace lo mismo con la musulmana, resulta evidente que se está
favoreciendo que se sustituya la moral cristiana por la musulmana. De igual
forma que cuando se socavan los símbolos de una nación, tendrá como
consecuencia que pases a ser otra nación.
Actualmente pretenden hacernos
confesar con doctrinas europeas, basadas en ideologías huecas, el credo es la
agenda 2030. Muy buenos principios para tener fe, coartada para modificar nuestra forma de
vida, siempre que vivamos aislados, como en un convento.
Como la realidad no es así, en un mundo interconectado, estaremos ilusionados;
pero otros quemarán el petróleo que no quememos y comerán la carne que no
comamos.
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