Todos conocemos como las transformaciones
ambientales y sociales derivadas del desarrollo tecnológico fueron borrando las
culturas de los pueblos llevándonos a una sociedad uniforme y diferenciada cada
vez más en el salto generacional que, de alguna manera, ha creado una brecha
con nuestros orígenes hasta tal punto que dejamos de entender que estamos
hechos a la medida de este planeta. Esto no ha sido algo progresivo y es
antinatural ya que, tanto en la urbe o en la jungla, ahora y en la edad de
piedra, somos el humano de siempre, igual de inteligentes y sensibles (o tal
vez superiores, más despiertos, mejores observadores de la naturaleza). Sin
embargo parece que de aquellos salvajes nos separa un abismo formado por soberbia
tecnológica y prejuicios sociales. La profundidad de este cambio ha afectado a
nuestra forma del ver el mundo y relacionarnos, según los que nos precedieron
sería una ruptura con el entendido "orden natural", dado que nuestro
mundo material e imaginario ha dejado de ser predecible pues es modificado
aceleradamente. Ya sea en la visión materialista de la religión (la naturaleza
o creación) o la de la ciencias
naturales (evolución); incluso en la vertiente espiritual, puesto que la
religiosidad nunca estuvo tan lejos de la espiritualidad y del humanismo debido
a las contradicciones creadas por la moderna sociedad.
Es obvio
ver el desarrollismo como una monstruosidad que crece acelerada y
desordenadamente, sin que podamos evitar sus nefastas consecuencias. Según parece asimilamos que es inevitable, tal
como se interpreta nuestro futuro por los grandes divulgadores de la ciencia, tanto
que no hay remordimiento, no puede haber marcha atrás, admitimos así que sea
un planteamiento de progreso el escapar
algún día de nuestro planeta, ya convertido en inmundicia. ¿Puede haber más
distanciamiento y falta de empatía con aquellos pueblos que, por ejemplo, vieron "el fin del mundo", por algo
tan banal como un permiso para transformar el bosque en pastos o plantaciones
de palma de aceite?
No podemos negar el éxito de la historia humana en su lucha
por la supervivencia, que justifica la modificación de nuestro medio natural del que seguimos siendo totalmente
dependientes. Dominar la naturaleza para evitar el hambre, la sed, el frio o el
calor; paradójicamente, nos ha llevado a sentirnos aún más vulnerables a los
peligros del entorno, como el clima o los desastres naturales. Deberíamos preguntarnos si este miedo deriva
realmente de nuestra dependencia ambiental, o es porque esta dependencia está
al albur de los poderes que modulan esta sociedad.
Las
probabilidades de que la contaminación nos haga daño o que la muerte nos llegue
por un accidente de tráfico son más probables que nos fulmine un rayo o caiga
el temido meteorito; de hecho hemos sobrevivido a muchos desastres naturales,
pero dudamos de si podremos salvar el planeta. ¿El Planeta? Es un eufemismo. Es
el miedo a que "nuestra creación" de la que ahora somos totalmente
dependientes, se tambalee y colapse
produciéndonos sufrimiento.
El éxito del
hombre cazador y recolector dependía solo de su habilidad y causas naturales, generalmente
predecibles. Ahora tenemos más incertidumbre, nuestro futuro depende mucho de los intereses económicos
globales, y también de líderes populistas que arrastran al pueblo como un
rebaño al enfrenamiento unos con otros. Gracias a la tecnología dominamos los
peligros naturales cotidianos mientras que la sociedad con este poder crea
armas de destrucción masivas; muchas de la cuales no se usan en la guerra,
simplemente están en la industria, en el agua, en el aire o en las estanterías
del súper. Tampoco todo lo que potencia la tecnología es material, también la
información para predecir los eventos de la naturaleza, gran parte de esta
incertidumbre ha desaparecido; mientras que vivimos desnortados por el exceso
de información, llena de banalidades y noticias contradictorias.
Si la
ciencia materialista parece habernos llevado a esta situación parece lógico que
vengan las ciencias sociales a poner sentido y orden. Partiendo de filosofías
que atacan la razón y el método de la ciencia aparece el discurso postmoderno
nacido del desencanto de las humanidades ante el desarrollo
científico-tecnológico y la propia incapacidad del avance social ya que el
medio ambiente, la desigualdad o las guerras no han sido solucionados. Lo cual
es cierto, pero ¿acaso no deberíamos
plantearnos en primer lugar que la ciencia es independiente de ideología
alguna? (1) (desinterés y universalismo del científico, como decía
Robert Morton en su ethos)(2)
y por tanto no ha tenido responsabilidad ni la va a tener en el desarrollo
social. Igualmente, me parece que la
tecnología solamente responde a la demanda social.
Más aún,
¿es realmente la corriente postmoderna la que va a solucionar los problemas de
la humanidad? Fíjense que comenzó en Europa originalmente y que actualmente se
desarrolla en EEUU (entiéndase, lo políticamente correcto) por tanto es el fruto de lo más acomodado y
protegido del mundo, muy alejado de las miserias de la mayor parte de la
humanidad. No puedo por más no mencionar una muestra cercana, una niña que,
como la visionaria Juana de Arco (el
paralelismo me parece inevitable) se pone al frente de la lucha contra el
cambio climático ¿Qué racionalidad es esta de imbuir de autoridad a una niña
cabreada en lugar de a un científico prestigioso en el tema? ¿Y cuál es el
tema? ¿Forma parte de las ciencias de la naturaleza, la sociología o la
política? Esto es el postmodernismo, la evidencia de la debilidad de los
cimientos de nuestros principales
valores occidentales que han sido no poder evitar las grandes guerras y los
regímenes autoritarios como el fascismo,
el nacismo o el estalinismo. ¿Esto responde al desarrollo tecnológico y
científico? ¿Al orden impuesto por la ciencia? Contrariamente, responde a la
política de las ideologías que comulgan con las ciencias irracionales,
subjetivas y relativista. Así (centrándonos un poco en el sentido de esta
entrada) es un discurso la filosofía que ataca al “orden natural” del método
científico y sin pretenderlo nos lleva a su peligroso antagonismo: el caos
intelectual.
En este
sentido el constructivismo social es una perspectiva que desde la filosofía
(constructivismo epistemológico) y la sociología, pretende establecer una
realidad subjetiva y supuestamente consensuada
en la naturaleza física, esto es algo que ha sido ignorado por la
generalidad de los científicos experimentales, físicos(3) o biólogos(4),
incluso cuando entraban impunemente en sus campos desde una supuesta
superioridad ética o intelectual.
Podrán
encontrar información al respecto en internet y ver hasta dónde llega en el
ámbito universitario de los EEUU este discurso pseudocientífico, como lo llama
el recientemente fallecido científico y filósofo Mario Bunge.
Yo solo les
muestro algunas informaciones que están a su acceso. Por ejemplo, Paul Boghossian, catedrático de filosofía en
la Universidad de Nueva York, a contracorriente con lo políticamente correcto
hace una crítica a este discurso
postmoderno en El miedo al conocimiento: Contra el relativismo y el constructivismo.
En donde Boghossian se sorprende como ha sido posible que un discurso tan “contraintuitivo”
y alejado de la realidad haya podido tener éxito hasta convertirse en el
paradigma dominante entre las ciencias sociales. Lo objetivo y estructural
sucumbe ante lo subjetivo e interpretativo.
Partiendo
del postulado del ambiente social en el que se desarrolla este discurso parece
lógico plantear como una posible explicación
de esta deformación de la visión de la naturaleza, el alejamiento humano
de la vida natural en un entorno modelado por los propios seres humanos, un
mundo no natural, modelado y modelable concebido como el real. Esta es mi hipótesis, que ya adelanté en parte en mi entrada “Conociendo el mundo” o
incluso en la otra “Paisajismo o matar a la naturaleza” en las que también
intento hacer un acercamiento hacía este modelo constructivista pero en el
ámbito pedagógico, en donde sí me parece de interés esta perspectiva. Tampoco
Boghossian niega como el constructivismo ha ayudado a desmontar ideologías y
prácticas sociales dadas por naturales, cuando eran sin duda una construcción social.
En todo
caso, la filtración del constructivismo en la política es algo que
peligrosamente vemos normal; como la incapacidad de encontrar puntos en común y
la tendencia al dogmatismo.
Algunos
filósofos de la ciencia no logran comprender como es posible que el relativismo
y el constructivismo tengan ahora tanta importancia académica y social. Es más
incomprensible desde una visión histórica, ya que aunque es sano que frente a
la razón y el empirismo materialista haya una contraposición, no que ésta pase
a tener la autoridad entre las ciencias sociales. Dado que es innegable el
éxito histórico de las ciencias empíricas, su capacidad para progresar
basándose en postulados de objetividad y universalidad; al contrario, me
resulta contradictoria la actual propuesta sociológica ya que claramente
conduce a un camino sin salida, que puede poner en peligro incluso los avances
sociales que para nada son universales, solamente nos lo parecen; por favor, no lo olvidemos, solo tenemos que dar un pequeño salto a
Marruecos, por ejemplo.
Me parece que es preferible afianzar nuestro mundo
occidental con sus privilegios y defectos a jugárnoslo a una utopía que nos
conduzca a perderlo todo ¿acaso no se dan cuenta que nuestro régimen de
libertades es excepcional en el mundo actual? Lógicamente, el riesgo no es
asumible.
La subjetividad es necesaria intelectualmente, pero siempre
que no se imponga desde el poder. Las nuevas generaciones no han vivido –y
creen estar libres del riesgo- de repetir los acontecimientos más dramáticos de
la historia europea del siglo XX, pero esta es la prueba empírica del desastre en la parte más
culta, de mayores libertades y bienestar del mundo, cuando se usa una
sociología basada en el subjetivismo que conduce a enfrentamientos ideológicos
en los que a veces ganan no los tienen razón, solo los más intolerantes(5).
Si esto no
fuese suficiente, está la evidencia de la debilidad de Europa y su influencia
en el contexto global. Cuando sería más importante el mantenernos unidos en
nuestros valores, surgen ataques desde el flanco izquierdo y derecho.
Mientras nos auto atacábamos y se agrandaba el poder global de la emergente
China como la alternativa autoritaria a nuestra democracia de derechos y
libertades individuales, apareció la pandemia del coronavirus COVID-19 que pone
blanco sobre negro cuál debe ser la correcta opinión; ¿La ideología interesada
o la ciencia médica? No voy a entrar en
ello, todo el mundo ha visto lo que ha pasado en los últimos meses.
En este contexto quiero recordar la figura del médico
austriaco Ignaz Semmelweis que luchó para que sus colegas se lavaran las manos,
por entonces, cuando en los mejores hospitales igual realizaban una autopsia
como asistían a una parturienta. No creyeron en sus gérmenes, pues eran invisibles, pero él lo demostraba con los datos. Muchas de
aquellas mujeres que parían en el Hospital contraían infecciones (la fiebre
puerperal) que les llevaban a la muerte ¡dentro del templo de la medicina!
Mientras que las que parían en sus casas o en el campo apenas si tenían
mortalidad. La defensa vehemente de este gran médico – el llamaba con razón
asesinos a sus colegas- le valió muy
duros ataques hasta el punto que cruelmente lo llamaron loco por creer en
gérmenes que no se podían ver y finalmente consiguieron recluirlo en un
psiquiátrico en donde murió humillado y abandonado.
Y, aunque
no es comparable, recuerdo a José
Antonio Nieto González, médico jefe del Servicio de Prevención de Riesgos
Laborales de la Dirección General de Policía. Que tomó medidas tempranas de protección a los agentes
que trabajan en aduana ante personas llegadas de China, dándoles EPIs básicos
(mascarillas y guantes), cuando el Gobierno quitaba todo tipo de importancia al
asunto del coronavirus (“algún caso”, Fernando Simón dixit). En lugar de felicitarlo fue fulminantemente
despedido.
La visión de estos movimientos políticos son miopes en el
contexto global, y suelen despreciar la economía. Una lectura del impacto económico
posterior de la pandemia para el futuro dicen que será parecido a una guerra. ¿Quién
traerá el Plan Marshal? ¿EEUU o China? Recuerdo
que el poder económico de los EEUU se basa en su moneda que sin respaldo objetivo
(material) se mantiene permitiendo incrementar la deuda americana, ¿y si el globo
se desinflara como ocurrió con la pasada crisis financiera y la burbuja
inmobiliaria? Europa puede quedar a saldo ( Europa, América, África…). Veremos
movimientos en breve, llegarán a los medios en cuando acabe la pandemia.
Volviendo al distanciamiento entre la forma de concebir nuestro mundo
actual y el antiguo. Hubo un tiempo no muy lejano en el que los científicos
podían entenderse entre sí, no como
ahora en que se fraccionan los campos del conocimiento y los puntos de vista.
Esta es causa igualmente de prejuicios.
Ahora el sabio no sabe de todo, vive enterrado como un topo en
determinadas partes del conocimiento, en donde construyen una zona de confort
para sus colegas, excluyente para el resto a base de una jerga. En realidad
esta parcelación del saber y la falta de entendimiento entre las humanidades y
las ciencias de la naturaleza es algo muy moderno.
Una de las ciencias transversales o más bien integradora, es la Ecología.
Ha acabado igualmente siendo víctima de la misma simplificación, contradiciendo
el principio ecológico. Trabajos como
los de Ramón Margalef que no pierden en ningún momento la visión global de la
biosfera introduciendo la teoría de la
información, no ha podido tener continuidad en pos de estudios más
"concretos". Los currículos de los nuevos ecólogos se llenan de publicaciones del tipo
"número de", "tamaño de", "incremento de";
"descriptivos de", en definitiva. Frívolamente hablando, el trabajo
del científico ahora es un trabajo más de técnico y antes era más de filósofo.
Se puede
mantener el rigor de la ciencia usando el método empírico, el escepticismo, sin
menoscabar la sensibilidad y la imaginación. Por no hablar de fundamentar todo
conocimiento en los principios del bien común.
Decía el gran químico francés Pierre Eugèn Marcellin Berthelot que
:<<La ciencia es la verdadera escuela moral; ella enseña al hombre el
amor y el respeto a la verdad, sin el cual toda esperanza es quimérica.>>
Hoy suena ingenuo ¿verdad?
Notas;
1.- La ciencia la
hacen las personas, por lo que es inevitable que en muchos casos se haga un uso interesado de la práctica científica. Aunque en el caso de las sociología y la
visión constructivista subjetiva y relativista se ha posicionado
claramente en el activismo social. Como la
lucha contra el
hetero-patriarcado como raíz de todo mal, que cree poder acabar con los géneros
por el mero hecho de no ofender a los colectivos LGTBI. Es decir el género no
existe, es un constructo social. Estas ideas han sido marginales socialmente
hasta que han llegado a la política.
En el caso
español el desembarco en la política con opciones de gobierno es reciente
primero como “políticamente correcto” y en el caso de la izquierda parece haber
mutado de la defensa de los trabajadores en defensa de todos los colectivos agraviados
minoritarios salvo el de las mujeres que es mayoritario: LGTBI, minorías
étnicas, discapacitados, etc. Sorprendentemente vienen a defender de derechos que
han formado parte de los principios comunes de las ideologías que ha detentado el
poder en el poder en la Europa comunitaria como la social democracia, los liberales y la democracia cristiana. Por
tanto ha habido bastante consenso en la lucha contra estos agravios. Un diálogo
intencionadamente roto por el nuevo discurso por considerar la postura tolerante tradicional ofensiva, que da
pie al autoritarismo en las formas y a sea por la norma administrativa o simplemente
violentando en las redes, medios de comunicación y otras formas más burdas de
ataque como escraches que peligrosamente minan el principio democrático de la
libertad de expresión e incapacita el dialogo social pues empieza y acaba en el
"estás conmigo o contra mí". De tal forma que todo el que no comulgue
con ellos es además llamado facha, lo
que curiosamente es una postura muy cercana al fascismo.
2.- Merton, Robert K (1938): “Science and the Social Order” Philosophy of Science 5
(3): 321-337. [Traducción al español como “La ciencia y el orden social” en el
volumen II de “La Sociología de la Ciencia” Alianza Editorial 1977, traducción
de The Sociology of Science – Theoretical and Empirical Investigations, 1973].
3.- Alan David Sokal que se define a sí mismo como una
persona con ideas políticas de izquierda, siendo profesor de física en la
Universidad de Nueva York , adquirió
gran notoriedad internacional por lo que se denominó el asunto Sokal en 1996
cuando, para comprobar si la publicación postmoderna Social Text publicaría
cualquier contribución que «adulara las preconcepciones ideológicas de los
redactores», Sokal sometió para la publicación un artículo absurdo titulado
«Transgressing the boundaries: Toward a transformative hermeneutics of quantum
gravity» («Transgredir los límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la
gravedad cuántica»)
https://physics.nyu.edu/faculty/sokal/transgress_v2/transgress_v2_singlefile.html.
El texto fue publicado y Sokal entonces reveló el engaño en
otra publicación (Lingua Franca), citando, entre otros, a Noam Chomsky para
plantear que las ciencias sociales no siempre basan sus trabajos en la razón.
Sokal sostuvo que la motivación de su broma fue «defender a los científicos y
académicos de izquierda de un segmento de sí misma muy de moda».
Pastiche basados en citas matemáticas y físicas absurdas con
la tesis que la gravedad era un constructo social y que existía porque
actuábamos como si existiese. Por consiguiente, cambiando nuestra actitud hacía
la gravedad ya no existiría.
Sokal y Bricmont sostienen que determinados intelectuales
"posmodernos", como Lacan, Kristeva, Baudrillard y Deleuze usan
repetida y abusivamente conceptos provenientes de las ciencias
físico-matemáticas totalmente fuera de contexto sin dar la menor justificación
conceptual o empírica, o apabullando a sus lectores con palabras
"sabias" sin preocuparse por su pertinencia o sentido, y negando la
importancia de la verdad. Además, el ensayo incluye una dura crítica al
relativismo epistémico, corriente académica posmoderna que considera que la
verdad o falsedad de una afirmación depende de un individuo o de un grupo
social y que considera a la ciencia "un relato más".
4.- En lo que ha sido mi profesión como ingeniero forestal
puedo contar un caso menor pero significativo
de aplicación del sesgo
ideológico dentro de las ciencias naturales.
En el campo de la ecología vegetal y en la práctica de la
restauración forestal ha sido practico trabajar con una herramienta llamada
“fitosociología”, que como su nombre indica establece una serie de
“relaciones sociales” entre las plantas
(asociaciones), un modelo vegetal muy del gusto de una postura ideológica marxista
e incómoda para un liberal. Cuando
Rivas-Martinez redacta el primer mapa de series de vegetación (modelo dinámico
de las asociaciones, fundamental para la restauración) cuida que no aparezcan
los pinares por un prejuicio y no por una evidencia científica. Entonces había
una corriente en contra de la actividad de los Ingenieros de montes del
Franquismo con sus extensas repoblaciones con pinos, divulgándose que estos
árboles eran introducidos. Esta idea manejada por parte de científicos muy
respetables parecía contar con la verdad, tanto que en la redacción del primer
Plan de Medio Ambiente de Andalucía, se
decía que, salvo algunos pinares de montaña, estos eran introducidos. Años antes escribí un
artículo (La interpretación de la Vegetación. Foresta, 20. 2002) en el que
hacía la sencilla reflexión que es
completamente gratuito negar el carácter autóctono de un pino por que no haya evidencias, pero bastará una
evidencia palimnológica para que no haya duda de que el árbol es autóctono. Creo que ya por
entonces había pruebas de que el pino piñonero
era autóctono de Doñana tras encontrarse polen fósil en el Pinar de Las
Marismillas. Poco después aparecerían numerosas pruebas de este pino en otros
muchos lugares y P. halepensis y P.
nigra; por ejemplo, en la Cueva de Nerja, en donde incluso había restos de
madera usadas por los cromagnones y piñones de P. pinea usados como alimento.
Así funciona la ciencia con pruebas.
5.- En particular va calando desde el ámbito académico como
corriente principal en una nueva izquierda que va perdiendo por el camino los
principios marxistas para abrazar otros liberales, como dijo recientemente una sociólogo marxista, se ha convertido en la
bayeta atrapatodo” lo que no casa con la norma media, los ofendidos
sociales de todo tipo, incluso aquellos
que no lo están pero deberían de estarlo. La suma de todas las minorías
convertidas en una supuesta mayoría multicolor.
En el siguiente vídeo el profesor de psicología de Harvard, Steven Pinker, sostiene que la
corrección política en realidad genera los mismos puntos de vista extremistas
que espera anular.
Una traducción -subtitulada- de parte del discurso la tienen
en
https://www.youtube.com/watch?v=uIMFWH9KhFc&t=759s