martes, 27 de junio de 2023

LA TRIVIALIZACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO

 

Creo que fue Voltaire quien decía que la ignorancia afirma o niega rotundamente mientras que la ciencia duda.

Esta cita sirve para enmarcar el tratamiento del asunto  en los medios y en la política, por personajes que frecuentemente afirman como si la misma ciencia hablara, culpando al cambio climático de un gran incendio forestal o una determinada ola de calor, cuando no tiene fundamento relacionar el problema global con cualquier acontecimiento local.

El consenso forma parte de la idiosincrasia de la comunidad científica, entiéndase la experimental y más concretamente la física. En este ámbito es natural que se tome como válido un determinado modelo matemático que, entendiéndose  que no es más que un acercamiento a la compresión de la naturaleza,  imperfecto y mejorable, se  desechará posteriormente por otro.  Esto exige mantener una determinada predisposición a la revisión crítica y  un higiénico escepticismo.

Por tanto, la pugna que vemos en los medios entre creyentes y negacionistas del cambio climático no forma parte de la dialéctica científica.



Un ejemplo es la creencia de que el coche eléctrico nos ayuda a frenar el cambio climático, cuando ni siquiera estaría claro si va a mejorar el medio ambiente global la sustitución de nuestro vehículo diesel por uno eléctrico. Por una cuestión de escala, sería necesario que el cambio de los vehículos de combustión alcanzase a la mayoría de los humanos del planeta para lograr un gran impacto; aunque incierto, ya que hacer tantos vehículos de nueva tecnología y retirar todo el parque anterior supondría un incremento notable de la contaminación e implicaría consumir mucha energía.

Aunque el coche eléctrico implica innegables ventajas ambientales en áreas urbanas congestionadas por el tráfico, la razón política para hacer obligatorio el cambio es evitar la verdadera alternativa ambiental (aunque fuese como medida complementaria) de reducir el parque de coches, hacerlos menos contaminantes y menos necesarios, generando menos residuos, alargando su vida útil… No se puede ser tan ingenuo para no darse cuenta que las políticas ambientales están condicionadas al principio del crecimiento económico, visto de forma más agradable a nuestros ojos como “desarrollo sostenible”, lo que implica mantener o incrementar nuestro consumo, algo que hemos experimentando los que tenemos cierta edad al acortarse la vida útil de los bienes de consumo, incrementado así la producción de los residuos que se generan en el hogar1. Este frenesí consumista pasa desapercibido para las generaciones que lo han interiorizado desde la cuna, tanto que hasta sus mascotas disponen de un mercado de juguetes y chuches increíble mayor del que tuvieron los niños hace  unas décadas, dentro de esta vorágine no son conscientes que es precisamente su forma de vida el mayor responsable de los problemas ambientales, y particularmente los derivados de la energía.

La política del mundo más desarrollado y progresista ha convertido  la descarbonización en la prioridad ambiental para así acomodarse a los intereses económicos que  convergen con lo que entendemos como “nuestro modo de vida“. La estrategia  centrada en el gas carbónico es insidiosa, puesto que acalla la creciente emisión de residuos tóxicos derivado de los bienes producidos y consumidos a diario por toda la población mundial. Aún así, la sustitución de las fuentes de energía a nivel global, salvo que realmente cambie la tecnología para que sea accesible y barata para todos, es por lo demás una utopía.

Más allá de las emisiones, los cambios tecnológicos y de consumo en Europa han de ser “sostenibles” y esto no puede entenderse sin caer en una grave contradicción si no somos mínimamente  autosuficientes. Actualmente no lo somos en materia energética pero tampoco en lo relativo al coche eléctrico dependiendo de la tecnología y producción de baterías en China, que paradójicamente no está por la labor de dejar de usar combustibles fósiles cuando viene a emitir la 1/3 de la emisión global de CO2.  Esta dependencia no parece que vaya a corregirse, al contrario todo apunta a que Europa viene caminando hacía una total dependencia en un mercado completamente globalizado.  Y es que, la contradicción entre las políticas ambientales y la realidad en Europa alcanzan  cotas  delirantes. Mientras ambientalmente se blinda,  trasladamos la contaminación a otras partes que nos proveen de bienes cuya producción ha generado todo tipo de impactos en el medio, algunos con efecto global. De esta globalización de la contaminación somos responsables cada europeo, en cada simple acto de consumo cotidiano, cuando compramos todo tipo de  productos orientales de bajo precio, o la  fruta fuera de temporada de Sudamérica  o Sudáfrica, etc

Ante este escenario, pongamos  en contexto el problema del cambio climático.

Posteriormente a que los científicos encontraran una probable relación entre el calentamiento global y el consumo de los combustibles fósiles, ciertos grupos influyentes promueven una campaña de emergencia climática dirigida meramente a la descarbonización que es inmediatamente asimilada por la clase política occidental que ostentan el poder gobernante; pero no a la reducción del consumo que, incluso con energías renovables, lleva asociado problemas ambientales graves.  A partir de este momento la complejidad y los fríos datos científicos son sustituidos por mensajes simples e irracionales (cargados de sentimentalismo) hasta sublimar el relato del cambio climático, ante el que cualquier crítica parece un anatema, propio de imbéciles y  negacionistas.

La teoría del calentamiento global se nos presenta con aparente sencillez como un fenómeno físico y lineal.  Cuando resulta que la ciencia del clima está ligada a procesos naturales complejos e imprevisibles para el común de los ciudadanos.

La secuencia: quema de combustibles fósiles→ incremento del CO2→CC

Es aparentemente directa y lógica, pero no es lineal. Reducir a la mitad la quema de los combustibles fósiles no va reducir necesariamente a la mitad el incremento del dióxido de carbono en la atmósfera, ni va a reducir a la mitad (si es que esto tiene algún sentido) el cambio climático.

En realidad, incluso un escolar de secundaria podría entender que la correlación entre el incremento del CO2 y la quema de combustibles fósiles es muy compleja. El dióxido de carbono cumple un papel ecológico fundamental, pero en su ciclo no es posible discriminar el gas carbónico emitido por los seres vivos con el de la quema de combustibles fósiles, todo entra dentro del mismo ciclo natural. El aumento en la atmósfera dependerá de la tasa de fijación por organismos y en la forma mineral, algo que no puede conocerse a priori pues depende del resto de las condiciones del medio y de equilibrios químicos afectados por sinergias en las que entra la misma temperatura y circulación de nutrientes (en el mar). Uno de estos equilibrios es la disolución/precipitación de los carbonatos (rocas caliza y dolomía principalmente). Potencialmente, las plantas pueden incrementar notablemente su fijación de CO2 cuando este gas se incrementa en el aire,  esto es algo tan sabido que en nuestro país lo usan algunos agricultores en sus invernaderos.

https://www.diariodealmeria.es/finanzasyagricultura/Co2-productividad-economia-circular-invernaderos_0_1505849562.html

https://www.intagri.com/articulos/horticultura-protegida/inyeccion-de-bioxido-de-carbono-(CO2)-en-invernadero

 

En sentido estricto el contenido de CO2  en la atmósfera ha sido siempre variable2, al igual que ocurre con la temperatura. Precisamente, esta es la causa que las plantas hayan evolucionado para aprovechar concentraciones de CO2 mayores en el aire cuando disponen del resto de los nutrientes en cantidades suficientes.

En todo caso, no podemos conocer en qué medida se sustituirán las energías que emiten CO2, por estar supeditadas al devenir incierto de nuestras sociedades; de la misma forma que desconocemos cuando se producirá la próxima pandemia o la siguiente crisis financiera. Es tan evidente como la arrogancia de nuestros dirigentes cuando quieren hacernos creer que dirigen el futuro de la humanidad3. Por tanto, esta parte del modelo no puede ser conocida para el climatólogo, la información que domina concierne al mundo físico. Y sin embargo, advertirán que si no  estuviésemos ante el actual escenario, los climatólogos estarían discutiendo con similar nivel de soberbia intelectual (somos humanos), si entramos en un periodo frio o seguiremos con el calentamiento post glacial. Si ya predecir el clima presenta una incertidumbre grande, no digamos si le añadimos que es función de las sociedades humanas4. Solamente nos queda una plena seguridad: las predicciones por muy bien que estén hechas, se equivocarán.

En definitiva, estamos engañándonos y no estamos dedicando los esfuerzos en el sentido correcto que es evitar la contaminación que compromete nuestra salud y pone en riesgo a todos los ecosistemas. Es de un desenfoque grotesco  que se dirija la mirada a la emisión de  un producto natural como el dióxido de carbono, cuando la petroquímica nos ha abierto las puertas de “la caja de Pandora” con sustancias que no forman parte del ciclo de la vida, es más, son deletéreas porque fueron creadas con la finalidad de matar organismos o simplemente lo son porque se descomponen en sustancias peligrosas para los ecosistemas o la salud de los seres humanos.

La toxicidad del CO2 no es acumulativa frente a los contaminantes artificiales que independientemente de su cantidad son tóxicos. Sin embargo la preocupación se dirige a la elevación del contenido de  CO2 en la atmósfera y no de substancias toxicas que llegan a nuestros alimentos, el aire que respiramos o el agua que bebemos. ¿No es sorprendente que la verdadera emergencia no sea evitar la bioacumulación de residuos tóxicos que están provocando un daño irreversible  ecológico y sanitario?

Si partimos que solamente China representa la tercera parte de las emisiones de dióxido de carbono, podemos asegurar que la humanidad antepone la salvación de la economía del presente antes que la lucha contra el CC. Para una Europa  comprometida, será un esfuerzo que nos agotará hasta ser incapaces de ser resilientes frente a las consecuencias del cambio,  con  la perdida de la riqueza y la autoridad moral en el mundo frente a China y los países emergentes asiáticos; pero lo peor, nos arrepentiremos de haber seguido impulsando un futuro global más tóxico por la contaminación.

¿Por qué Cambio Climático y no Calentamiento Global?

La catástrofe climática es  un clásico dentro de la literatura científica, desde el pasado siglo e incluso mucho antes, cuando en la paleontología (el catastrofismo de Cuvier, por ejemplo) era habitual calificar los fósiles como animales antediluvianos. Pero dado que vivimos dentro de un periodo interglacial, ha sido común que se haya especulado con la llegada de una nueva era glacial.  Algo probable pero imprevisible, ya que no están muy claros los mecanismos que hacen que se entre en una edad de hielo.

El contexto científico en el que comienza a hablarse de calentamiento global ocurre cuando hay consciencia de que el desarrollo industrial ha producido cambios ecológicos a nivel global y estos obviamente han de afectar al clima.

Por definición  el clima es un fenómeno regional resultado de factores ecológicos globales como los gases de efecto invernadero (vapor de agua, CO2 o metano), las corrientes  atmófericas y marinas. Luego, es también consecuencia de las alteraciones globales producidas por la actividad humana.

Por tanto, el clima actual es ya una consecuencia de nuestra forma de vida. Razonablemente estamos ante un calentamiento global a consecuencia del incremento en las emisiones de  gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono o el metano; y abarcando todas las actividades industrializadas incluida la  agricultura o ganadería. Los modelos pueden prever fuertes sinergias  ecológicas, como la posible emisión de enormes cantidades de metano encerrado en los suelos del permafrost, grandes incendios forestales y la quema de suelos turbosos, el fusil de clatratos,  la modificación del flujo de las corrientes oceánicas, etc.

Estos modelos resultaban demasiado difíciles de trasladar al ciudadano, puesto que hablar de un calentamiento global no explica el efecto claro directo sobre el clima local, (por ejemplo algunos científicos hablan de un posible enfriamiento local al detenerse la corriente termohalina en el Atlántico Norte).

Es así como se pasa del término “calentamiento global” al ambiguo “cambio climático”.   Finalmente se llega a una reducción simple, causa-efecto, entre un gas común e inocuo y el cambio del clima  Esta valoración no es la propia de la ciencia experimental, se parece mucho a la pseudociencia  que, en el sentido de Bunge, se aplica a ciertas ciencias sociales.

Cuando estábamos alarmados por el calentamiento global, nos preocupaban cosas tan importantes como la subida del nivel de los mares. Ahora lo importante es el relato propio de la nueva cultural, lo que vale es el mero compromiso por encima de su contenido práctico que parece tener inspiración calvinista5.

Ejemplos de ellos es la cultura de la etiqueta verde o ecológica y del reciclaje. Son gestos positivos para la conciencia del ciudadano. Aunque nuestros abuelos nos dirían que no es más limpio el que más limpia sino el que menos ensucia.

La sociedad y  la estrategia frente al CC

Dicen que el signo en chino para crisis es el mismo que el de oportunidad. Sea cierto o no, todo apunta a que el CC es un arma geoestratégica de primer orden. Europa es ya bastante  irrelevante  pero con su estrategia lo será totalmente en muy poco tiempo. La voz de los europeos que ahora clama con fuerza se apagará ante la realidad de una humanidad que  antepone la salvación de la economía, empezando por una imparable China que representa  la tercera parte de las emisiones de dióxido de carbono globales y en cuanto a la contaminación no digamos. Una Europa de economía débil,  incapacitada para ser  resiliente frente a las consecuencias del cambio global,  ya sin  autoridad moral en el mundo frente a los países emergentes asiáticos y los EE.UU.

La estrategia tiene como objetivo, de momento, la reducción de la quema de combustibles fósiles6. Me pregunto si es intencionado fijar una meta que sea inalcanzable ya que las fuentes de emisión están en la  circulación global de los bienes de consumo que escapa al control de nuestras políticas locales. Lo único que conseguiremos es que pronto nuestro bienestar se habrá externalizado: el aire acondicionado, la calefacción, nuestro coche eléctrico, nuestros alimentos… se moverán con energía de fuentes limpias; pero las piezas y los insumos de la agricultura… nos llegarán de la explotación mineral (incluso petróleo, gas o carbón) de otras partes del mundo con fuertes impactos y contaminación7.

No parece que la solución sea una alternativa tecnológica, ojala fuera tan simple. Tenemos un problema social, pues  el modo de vida y la política ambiental europea es totalmente contradictoria y opuesta a los fines que se dice se persiguen. Recordando a Ortega, las consecuencias sociales de percibir que nuestro esfuerzo ha sido inútil van a ser tremendas. Una sociedad europea desquiciada está a la vuelta de la esquina, ya se ha diagnósticado como  eco-ansiedad un problema sanitario  entre los jóvenes.8

Esto ocurre porque hay una perspectiva convexa que no es tanto geográfica como política o/y cultural,  cuando la realidad es que ni somos la mayoría ni somos como la mayoría. Mientras nosotros podemos tomar decisiones pensando en el mañana con la elección de la compra ante los largos lineales de productos del supermercado, el humano de cualquier parte de la Tierra intenta a diario salir adelante con gran esfuerzo, su vida está muy cerca del límite como para preocuparse por el clima del futuro siglo y su consumo energético continuará siendo de  combustibles fósiles cuando no disponga de alternativa asequible, es una cuestión vital.

Nuestro esfuerzo quedará frustrado por una realidad global que continuará consumiendo  el combustible barato en humeantes máquinas baratas;  todos, anhelando tener nuestros nuevos juguetes tecnológicos limpios hechos con recursos extraídos de todos los rincones del planeta. Finalmente, en aras al bien común, un último esfuerzo no podría llevar a perder libertades y derechos del individuo. ¿Una distopía por el miedo al cambio del clima? Probablemente este escenario nos resulte exagerado aunque el totalitarismo vive al acecho aprovechando las crisis sociales y nos la jugamos cuando entramos en un escenario de fe y creencia en la descarbonización.

Se pretende trasladarle a la humanidad un problema que realmente no es suyo sino del sistema económico. El clima, en todos sus extremos, no fue obstáculo para que hace 100.000 años nos extendiéramos hasta los extremos de la Tierra. En cierta medida somos un resultado evolutivo consecuencia del cambio climático, precisamente surgen las civilizaciones con el último calentamiento que nos impulsó a dejar de correr tras los mamuts y comenzar a cultivar la tierra y manejar el ganado; de ahí un paso para agruparnos y crear arte, cultura, filosofía,  ciencia… Lo que me resulta muy inquietante, es que en el mundo más desarrollado, nuestra última adaptación sea al medio artificial e insano, cambiando nuestra forma de entender nuestro bienestar9 radicalmente, pasa por tener cubiertas nuestras necesidades y lo que conocemos como confort está asociado al clima. Evitamos las variaciones climáticas con un gran consumo de energía (hasta un 70% del consumo energético de los hogares europeos según distintas fuentes). Alcanzado el bienestar,  podemos disfrutar del ocio y aumentar nuestro consumo de caprichos varios como tratar las mascotas como parte de nuestra familia.  Es dentro de esta cultura del progreso social entre generaciones, inherente a  la tendencia rebelde e inconformista de los jóvenes, en la que se desarrolla la lucha contra el cambio climático, que implica la aceptación de líderes de acción que promuevan cambios, para paradójicamente controlar, en este caso el clima, como por otro lado toda la naturaleza. El problema para el poder no es que el clima cambie, es que se les va de las manos el mando del termostato. También pertenece a esta cultura el paternalismo, más acentuado en occidente, por el que nos consideramos impulsados a salvar la Tierra u otorgar derechos a los animales domésticos. La necesidad de acción que  nos impulsa a dar pasos adelante (aunque sea al borde del abismo) se recarga con estas buenas intenciones, contradictorias muchas veces con la finalidad que pretenden.

Epílogo:

Nunca la humanidad en su desarrollo dio el paso atrás, no lo daremos ahora y será nuestro gran error.  La lógica de siempre, desde que empezamos en el Neolítico con las primeras civilizaciones es la huida hacia adelante precisamente modificando las reglas que nos había impuesto nuestra naturaleza. Ya intentamos cambiar el tiempo sembrando nubes para que llueva o disolviendo tormentas para evitar el granizo,  no dudaremos en intentar encontrar el método de bajar la temperatura a conveniencia como hacemos en casa con nuestro aire acondicionado. En el fondo, si el clima cambia, el poder será el disponer del mando del cambio. Pero esto será a costa de interferir aun más en los ecosistemas naturales, lo que vaya quedando para un mundo dirigido por una casta    de urbanitas desvinculados de los procesos naturales en su confortable mundo artificial.

 

 

 Notas:

1 La transformación del coche de combustión en eléctrico deja intacta la plataforma tecnológica en la que se ha convertido un coche a la que se le van añadiendo chips y chismes como pasa con nuestro smartphone, que para lo último que sirve es como teléfono. Somos la generación que más ensucia, que más residuos genera, hemos creado un envasado de todo y poco es reutilizable.  Pero cubrimos nuestra vergüenza ambiental con el reciclaje… Me parece demencial.  Respetar la naturaleza no es limpiarla, es no ensuciarla. Y los últimos responsables somos nosotros con nuestro consumo y hábito de vida; y tampoco vale con el etiquetado  como “ecológico”, “verde”, “justo”, “vegano” o “socialmente responsable” que en el mejor de los casos, solo sirve para lavar nuestra conciencia.

2. Hay una autentica fijación con los combustibles fósiles pero, parejo a las emisiones de la industria, otras enormes cantidades de dióxido de carbono pasaron a la atmósfera y las aguas derivados de la actividad humana como la deforestación; solamente la ocurrida en los EEUU en el siglo XIX en el que desapareció casi todo el bosque primario. La explotación de estos bosques y su roturación, supuso la quema de ingentes cantidades de biomasa acumulada con toda esa emisión a la atmósfera. Los primeros exploradores de Norteamérica se encontraron con unos bosques boreales familiares en el sentido botánico, pero en ellos había algo muy extraño y desconocido para sus ojos: una ingente cantidad de biomasa muerta. Era algo natural que no ocurría en Europa dado que se recolectaba la leña.  De forma natural también ha habido un incremento de las emisiones por la descomposición de la materia orgánica acumulada en zonas húmedas y sobre todo frías durante la última glaciación (turberas, desecación de pantanos).

3. Está arrogancia se hace extensiva a la población occidental (básicamente europea y de los EE.UU.) que se cree moralmente superior y por ello capacitada para salvar el mundo.

4. Hacer predicciones sociales a futuro forma parte habitual del género literario de ficción, no del trabajo de historiadores,  sociólogos u otros  estudiosos so pena de ser tachados de  futurólogos.  Lo normal es que una autoridad científica no ponga en riesgo su reputación arriesgándose a hacer  predicciones, salvo quizá los economistas a muy corto plazo.  Curiosamente estamos  habituados a que los cargos públicos jueguen con la fe y la credulidad del ciudadano haciendo de profetas. Digamos que es su negocio, venden futuro.

5. El postureo y moralismo 'woke' que nos llega de los EE.UU parece muy influenciado por el concepto calvinista de “elegido”  por la gracia de Dios que justifica la superioridad moral, como el destino manifiesto de los USA y la situación de privilegio anglosajona WASP. En todo caso, es algo que tenemos ya admitido, de lo contrario  el consumidor castigaría la tomadura de pelo de los bancos o multinacionales (de toda la vida) que se etiquetan ahora en sus campañas como “éticos”, “verdes” o socialmente responsables. Es como si trasladan al consumidor  que son buenos  por ser los más grandes, ricos y guapos. En el fondo eso es la publicidad.

6. También se habla de reducir el CO2 en la atmósfera o incluso mantener dentro de un límite el incremento de la temperatura global.  ¡Cómo si realmente estuviese en nuestras manos modificar la composición de la atmósfera, o cambiar el clima a voluntad!

7.  Haga el esfuerzo de mirar (puede preguntar a los mayores si es joven) de dónde vienen los productos que consume. Ta vez productos de proximidad... como las legumbres que producían nuestros campos que ahora llegan de Canadá o los EEUU, naranjas de Sudáfrica, frutas de Chile, casi todos los plásticos y muchas manufacturas de China… ¿De dónde lo comprado para nuestra comodidad  en Amazón o Aliexpress?

Es lo que tiene la globalización, el problema  ambiental es global.

8.  Cuando Al Gore pronuncia “una verdad incómoda” tenía sentido por lo que suponía para el bienestar del ciudadano americano porque había desaparecido el miedo de la guerra fría y la paranoia por el riesgo de un ataque nuclear. ¿Acaso fue porque solucionamos el problema? Para nada, y el ejemplo lo tenemos en las amenazas de Putin en la Guerra de Ucrania. Se dice que el arma nuclear se creó para intimidar, pero nadie puede disuadir  con un arma continuamente a todos sin obligarle alguna vez a demostrar que esa amenaza es real y que el arma funciona. De hecho, algunos analistas han puesto en duda que esas armas estén en condiciones de ser usadas.

Es un enorme fracaso el que a día de hoy continuemos con la amenaza del arsenal nuclear. ¿Entonces?  Mientras que para desmantelar el arsenal solo han de ponerse de acuerdo un puñado de países, para la descarbonización  hacen falta todos.

9. El urbanita tiene una visión distorsionada de lo que es la naturaleza y aún así pretende salvar la Tierra pues se considera moralmente superior para dictar las condiciones de vida de la gente que realmente vive y conoce el medio natural.

LA TRIVIALIZACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO

  Creo que fue Voltaire quien decía que la ignorancia afirma o niega rotundamente mientras que la ciencia duda. Esta cita sirve para enmar...