He
realizado una valoración cualitativa que nos permita conocer cuál es el riesgo de
contagio del COVID-19 que el ciudadano común asume, para ellos hace falta
aclarar cómo se ha realizado.
Valoramos
exclusivamente la probabilidad del contagio y el riesgo inherente a la carga vírica.
Pero, obviamente, no entraremos en el aspecto meramente médico, es decir la
repercusión que tendrá el virus sobre la salud de cada persona.
Este
baremo se ha realizado basándome en los riesgos admitidos por la ciencia. En
este sentido debo de advertir algo fundamental: que la OMS no admite el riesgo de contagio por aerosoles, postura que no se
basa en criterios científicos ya que está demostrado por la física.
La
actual pandemia por el corononavirus COVID 19
hace imposible el riesgo cero, salvo que viviéramos en una burbuja
totalmente aislada, tal como vivir en otro planeta. Este virus se ha demostrado
bastante infeccioso en todo tipo de climas y lugares, afectando a todo tipo de
seres humanos sin distinción de etnia, estado de salud o edad; da igual que
lleves una vida sana o no. Por ello el riesgo asumible se refiere al de la generalidad
de la población. Así se toma en cuenta la
mascarilla común que tiene una protección muy baja, pues aunque hay mascarillas y otros elementos EPIs que reducen el contagio
a niveles mínimos, no estarían al alcance de gran parte de la población.
Si
el riesgo cero se considera absurdo, igualmente consideramos inasumible para el
ciudadano común una posibilidad de contagio muy bajo (repito, que con el uso de
mascarillas comunes) pues implica una gran aislamiento social.
La valoración se realiza como suma de
valores parciales a partir de cuatro elementos:
v
Grupo
familiar: Es el círculo social cotidiano formado por personas con los que relajamos las
medidas sanitarias, como el distanciamiento y, especialmente, el uso de la mascarilla.
Además de la familia incluye a algunos amigos
íntimos e incluso, en ciertas ocasiones, a compañeros de trabajo con los que
pasamos muchas horas diarias juntos. El riesgo va desde el cero al 2. En
función del número de personas y el riesgo asumido por estas personas.
v
Relaciones
sociales: Fuera del grupo familiar tratamos a personas con lo que se incrementa el
riesgo en función del número de contactos no habituales, y del origen geográfico
lejano a nuestro entorno. El riesgo se incrementa desde 1 para escasos nuevos contactos
de nuestra localidad, hasta 4 para renovados contactos de lugares lejanos.
v
Medidas
sanitarias: Las medidas sanitarias comunes son el uso de la mascarilla, la desinfección
de manos y el distanciamiento. Se valora
entre 0-2. Cero para el uso estricto de las medidas y 2 para un descuidado uso
de las medidas.
v
Estancias en
espacios cerrados: Es un riesgo difícil de eludir y sin
embargo es una causa principal de
contagio. Se valora de 1 a 4. Siendo
el valor mayor para estancia continuada en ambientes cerrados con elevada
afluencia de personas desconocidas que llegan de diferentes lugares lejanos.
Aclaraciones sanitarias:
Hemos
obviado el uso de EPIs, que no están al alcance más que de profesionales muy
expuestos. Solamente estos protegen al
usuario. El uso de las mascarillas comunes (higiénicas o quirúrgicas) es únicamente
efectivo para reducir la probabilidad de
difusión del virus por una persona enferma; en menor medida para proteger a la
persona sana expuesta al virus y prácticamente inútiles en presencia de
aerosoles en el aire de un recinto cerrado.
Remarco
que estamos hablando de probabilidad. Por ello el uso de la mascarilla común en
ciertas condiciones resulta prácticamente inútil, pues la probabilidad se
iguala a no llevarla, como es con las personas con las que a diario compartimos
muchas horas en el mismo recinto (vehículo, habitación u oficina).
Quiero
alertar sobre el riesgo de la infección a partir de la suspensión del virus en los
aerosoles. Los aerosoles son partículas
líquidas lo suficientemente pequeñas para que se mantengan en una suspensión en
el aire tal como las nubes (como ejemplo, para que se entienda, piense que es
como el humo de un fumador que en una habitación cerrada tenderá a ocupar toda
ella durante mucho tiempo). Por tanto, aquí no valen las distancias ni las
mascarillas usuales sin filtro. Esto no significa que el contagio este
asegurado, pero aumenta la probabilidad aunque la carga vírica pueda ser baja.
La
estancia en lugares cerrados, o poco ventilados
en donde puedan encontrarse personas enfermas y especialmente si alguna
de estas deja de llevar mascarilla en
algún momento (p.e aseos). El riesgo se reduce por tanto favoreciendo la
renovación del aire y el uso de filtros
en el aíre acondicionado.
El
uso de guantes, evitar estrechar manos, el lavado y desinfección con geles
hidroalcohólicos, así como la
limpieza de enseres en la oficina u hogar previenen el contagio, pero no
per se. Todas estas medidas llevadas al extremo de forma compulsiva no aportan más
protección, pues mantienen la probabilidad que depende de otros factores. Ya
que el virus no se contagia por la piel, la higiene de las manos únicamente es
efectiva previamente a cuando nos la llevamos a los lugares de entradas que son
las mucosas (boca, nariz y ojos).